Vivimos en la era de la Nadalización. Una era en la que somos llamados a aplicar para nuestras vidas comunes las mismas fórmulas que a Rafa Nadal le funcionan sobre la cancha de tenis. Hace un siglo surgía el deporte de masas con el sencillo fin de entretenernos, de poner a descansar de preocupaciones un rato a nuestras neuronas machacadas por duras vidas. Hoy el deporte de élite nos exige, nos marca el camino, nos obliga a una actitud, nos da lecciones. Esfuércese, sufra, aguante, que si lo hace al final le espera el éxito. Usted, persona normal y corriente, aunque no lo sepa, juega la Champions, la Champions de la vida, le asegurará en prime time televisivo cualquier gurú bien pagado de esta nueva ola filosófica barata. A usted se le explicará, basándose en el éxito deportivo del momento, en qué consiste la vida, cómo debe afrontarla. Es el timo de nuestra era. A veces, superarse a uno mismo, y esto no lo explican los gurús de La Nada, es perjudicial y peligroso. En la vida real supe...