Déu, ànima immortal i moral.







Con el aumento del tamaño de los grupos y la extrema desigualdad material, cada vez resulta más difícil instaurar la cooperación social mediante la reciprocidad, los vínculos familiares o, simplemente, las sanciones sociales. Las instituciones penales incrementan nuestra disposición a cooperar, pero no solucionan del todo el problema. ¿Qué ocurre con los delitos que no se conocen o quedan impunes? A partir de entonces, las sociedades que asumen la idea de un dios severo, omnisciente y omnipresente, que registra y persigue todas las infracciones, lo tienen más fácil.


En esa situación, el concepto de alma inmortal se convierte en una necesidad. La idea de que, en caso de cometer una falta, el individuo siempre recibe su justo castigo no se corresponde con la experiencia de la vida real, en la que no existe una conexión especial entre una conducta loable y el éxito terrenal. Al contrario: a los malvados les suele ir bastante bien, mientras que muchas personas buenas salen mal paradas. Así que había que inventarse un concepto que ayudara a satisfacer la idea de justicia en todos los casos, que castigara a los pecadores y equilibrara la relación entre catadura moral y bienestar. La idea del alma inmortal, tal y como dijo el filósofo inglés John Locke, es de origen forense, es decir, que siempre ha ido ligada a hacer comprensible metafísicamente la capacidad de castigar en el más allá las malas acciones cometidas en nuestra vida; dicho de una manera más sencilla: si se puede exigir responsabilidades a alguien tras su muerte, en el más allá, por su mala conducta, estará más dispuesto a respetar las normas en este mundo.

Hanno Sauer, La Invención del Bien y el Mal

Pablo Malo.  @pitiklinov.    14/09/2023

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