El Déu de Spinoza.









En Spinoza, Dios es fundamental centro de su cosmovisión. Pero su Dios poco tiene que ver con el ser supremo de la tradición. Su Dios no es un Dios personal, que les habla a los profetas, que se encoleriza, amenaza y exige obediencia. Y tampoco es el Dios que revela y regala un supremo libro sagrado, el texto bíblico, del que sería autor. El Dios del filósofo que limpiaba lentes para sobrevivir, es un orden impersonal, no un ser absoluto al que se le puede dirigir oraciones, plegarias y pedidos. Dios ni castiga, ni perdona. No es una conciencia que enfile el mundo hacia un fin o meta. El Dios de Spinoza es el orden necesario y eterno de la sustancia infinita.

Dios como sustancia infinita en Spinoza implica que nada es fuera de la realidad única y total. “Todo lo que es, es en Dios”. Pero esto, se advierte en el libro reseñado, no supone el panteísmo que habitualmente se le atribuye al pensador que repudió todos los dogmatismos. En lo panteísta, Dios y la naturaleza se identifican, son lo mismo. Pero al Dios de Spinoza no se lo puede identificar con esta u otra cosa del mundo; por eso, este Dios no está en los ríos o las montañas, sino que es el orden eterno e inmutable expresado en las leyes de la naturaleza.

Siempre Spinoza postula un orden divino y eterno hacia el que la razón se eleva. Pero negar el Dios proveedor de premios y castigos, de los ángeles, de la inmortalidad del alma, hizo arder de indignación a muchos de sus contemporáneos.

Esteban Ierardo, El fascinante fuego de Spinoza, clarin.com 12/09/2023

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