Dopamina i motivació.
... lo que ahora creemos que hace la dopamina cuando se libera en el cerebro es aumentar la motivación y el valor incentivo de las cosas agradables, produciendo deseo, aunque sin causar placer ni tener un verdadero impacto hedónico. Es como si esa sustancia motivase a hacer lo necesario para conseguir lo bueno, el placer, donde quiera que lo haya. Curiosamente también, hay datos que indican que los enfermos de párkinson tratados con sustancias como la L-dopa, que incrementan la dopamina cerebral, no aumentan sus reacciones positivas al placer, pero sí exhiben cierta motivación compulsiva, un aumento del deseo por actividades como juegos, hobbies, compras, pornografía, internet en general, etc, incluso cuando no se ve en ellos un aumento de placer que pudiera justificar ese comportamiento.
Ese impacto motivador de la dopamina se refleja de manera muy especial en la incontinencia que todos sentimos en seguir comiendo una vez que hemos abierto boca con el primer canapé o una patata frita en una celebración. Más que abrir el apetito, que ya llevamos, lo que parece ocurrir con la primera y contenida degustación es una liberación de dopamina cerebral que aumenta el valor incentivo de los estímulos relacionados con el placer, con la comida en este caso, pero no el placer mismo, haciendo más intensa y frecuente la conducta en curso que lo busca. Es por lo que tras la primera patata frita ya no somos capaces de contenernos y parar de comer. Ese incentivo parece especialmente fuerte en el adicto a una droga, o a cualquier otro tipo de adicción, ante cualquier estímulo relacionado con su consumo. La sola visión del “camello”, del lugar donde se obtiene la droga puede disparar la dopamina cerebral y con ella el deseo y la motivación de hacer lo que haga falta para conseguirla.
Ahora sabemos también que la dopamina aumenta cuando somos estimulados por toda clase de novedades, es decir, cuando ocurren cosas nuevas e inesperadas en nuestro entorno, lo que la neurociencia llama “error de predicción”. La novedad está casi siempre presente en la rica vida de los jóvenes, pero mucho menos en la muchas veces empobrecida vida de los mayores, a los que la debilidad, la pereza o la falta de apoyos familiares les refugia en el sedentarismo y el encierro. Es, por tanto, muy importante fomentar por todos los medios el que los mayores tengan una vida personal y social lo más rica y activa posible para que su cerebro libere dopamina y, con ella, aumente y mantenga en pie su motivación y sus deseos de seguir viviendo incluso en edades avanzadas.
Ignacio Morgado Bernal, Cómo el cerebro crea las motivaciones y el deseo de vivir, El País 25/02/2021
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