La naturalesa i el desconcert contemporani.
Natural, expresión cabal de la physis, es para Aristóteles por un lado lo elemental (fuego, tierra, aire y agua) y por otro lado los seres animados. A lo inanimado sólo por derivación cabe atribuirle la condición de natural, y los productos de la techne (en nuestro doble sentido de arte y técnica) pueden incluso ser considerados como no naturales... Ciertamente esta visión de Aristóteles es antigua, pero cabe preguntarse (como Husserl indicaba respecto a Descartes) si no puede aún ser de utilidad en un esfuerzo contemporáneo para dar consistencia a la pregunta: ¿qué es la naturaleza? pregunta no enmarcable en la heideggeriana sobre "qué es y cómo se determina la physis", entre otras razones por que lo designado por la palabra physis griega no coincide exactamente con lo que nosotros designamos por el término naturaleza...menos aun desde que este último sigue siendo usado para referirse a algo que ha dejado de obedecer a principios considerados universales.
Precisamente porque la perspectiva del presente abordaje es completamente diferente de la heiddeggeriana es debida una consideración sobre esta esta última, lo cual permitirá de paso poner de relieve un punto central:
La interrogación de origen aristotélico que da título a su opúsculo (‘Qué es y como se determina la physis'') es retomada por Heidegger en un momento en que la ciencia había dado pie a lo que ha podido ser considerado como la mayor conmoción en la historia de las concepciones del ente. Heidegger sabe perfectamente que el trabajo de algunos de sus contemporáneos hace imposible seguir siendo fieles a la convicción según la cual hay un mundo sometido a leyes objetivas, que determinan su devenir con total independencia de que eventualmente tales leyes fueran observadas, archivadas y sistematizadas por un ser inteligente y susceptible de hacer previsiones. Heidegger no se refiere- explícitamente al menos- a estos debates en el seno de la ciencia. Pero es obvio que sin ellos habría menor receptividad a su propia interrogación, no se vería la necesidad de replantear la cuestión de la Physis. En esta reflexión, que quisiera ser estrictamente filosófico-ontológica, será a un momento dado necesario sintetizar los hechos científicos y los debates teóricos que, hace casi un siglo, dieron lugar a que una teoría física discretice o cuantifique la naturaleza elemental (1).
Avanzaré tan sólo al respecto que a intelección cabal del asunto nos facilitará la tarea arriba esbozada de intentar determinar cuales son los rasgos que, desde Aristóteles hasta Einstein, habían sido implicita explicitamente postulados como genuinamente propios de la naturaleza elemental y cuya omniaplicabilidad o universalidad nadie había puesto en entredicho hasta que lo hizo una disciplina fundamental de nuestra época.
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(1) Como casi todas las grandes novedades en la historia del pensamiento, todo empieza con la observación de unos hechos que llaman la atención, en razón de que chocan con una creencia establecida. Momentos concretos son la aparición del modelo de átomo que en 1911 había presentado Rutheford (según el cual el átomo se haya constituido por una masiva zona de carga positiva en el centro y circundándola una segunda de carga negativa) y la tentativa, efectuada por Bohr en 1913, de aplicación de tal modelo al átomo de hidrógeno (reducido a un protón en el centro y un único electrón en la periferia). La aporía consiste en que, según el modelo, las radiaciones del átomo de hidrógeno deberían ser continuas, cuando en realidad sólo se comprueban empíricamente radiaciones discretas, lo cual constituye una violación de las leyes clásicas de la electricidad y del magnetismo.
Víctor Gómez Pin, Asuntos Metafísicos 16, El Boomeran(g), 10/10/2013
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