La "racionalidad" del nacionalismo
Lo que comúnmente se entiende como carácter "instintivo" o "irracional" del nacionalismo, responde ya a una constelación de conductas seleccionadas por la racionalidad filogenética de la especie. Se trata de una racionalidad "adaptativa" gracias a la cual esta especie ha sobrevivido escogiendo ciertas estrategias de reproducción, de transmisión endo o exosomática de la información, de creación de nicho, de rutinización o ritualización de ciertas conductas, selección de pareja, mitificación del colectivo o de sus objetivos, etc. (...)
La especie ha tendido a fijar y automatizar por medio de la rutina o el rito aquellas conductas "adaptativas" indispensables para su sobrevivencia y que, por lo mismo, no era prudente dejar a la espontaneidad o libre albedrío de cada individuo. Estos hábitos o automatismos tendrían (como la fibra lisa de nuestro organismo) una razón o funcionalidad lenta, inconsciente y de efectos prolongados análoga al sistema endocrino, y que contrasta con el carácter a la vez más ágil y miope de la racionalidad individual (análoga en este sentido al sistema nervioso y, en general, a los tejidos de fibra estriada). A menudo, esta lógica está inscrita ya en el lenguaje mismo: entre las mujeres Massai, por ejemplo, la palabra exicon significa a la vez "tener un hijo" y "hacerse rico", ya que un hijo varón es entre ellas el eslabón imprescindible entre el rebaño de origen y el de destino.
Xavier Rubert de Ventós, Nacionalismos. El laberinto de la identidad, Espasa Calpe, Madrid 1999
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