Què és el NRx o Il·lustració fosca?





Movimientos como la NRx surgen de la desafección por la derecha tradicional estadounidense iniciada en los últimos compases del mandato de George W. Bush, tras la guerra de Irak y al calor del colapso económico. “Estas circunstancias parecían indicar que la versión de Bush del conservadurismo estaba desacreditada y abrían una oportunidad para alternativas de derecha”, explica George Hawley, profesor de la Universidad de Alabama y autor de The Alt-right, what Everyone Needs to Know, de Oxford University Press (La alt-right, lo que todos necesitamos saber, sin traducción al español). De ese caldo de cultivo surgió el movimiento Tea Party que luego enfrentó con virulencia a Barack Obama en una deriva libertariana y populista, pero no muy alejada del marco habitual. Paralelamente comenzaban a aparecer las ideas neorreaccionarias más marginales, convencidas de que la derecha tradicional era incapaz de lograr cambios estructurales.

Es fácil imaginar a Curtis Yarvin por aquellos tiempos en una habitación en penumbra, iluminado por la pantalla del ordenador, dándole a la tecla con ansias de transgresión. Es un ingeniero informático neoyorquino, exprogresista (perdió su “confianza”), y hasta entonces desconocido, que comenzó a desarrollar el corpus ideológico bajo el seudónimo de Mencius Moldbug, en su blog Unqualified Reservations (reservas sin matices), inaugurado en 2007. En ese espacio Moldbug promete “curar tu cerebro”, ofreciéndole al lector una píldora roja (en referencia la película Matrix) que le liberará de las ideas del pensador de izquierdas Noam Chomsky (el autor presume de que su postura ante cualquier asunto es la opuesta a la de Chomsky).

Se declara, en cambio, seguidor de Thomas Carlyle, filósofo escocés del siglo XIX, que desconfiaba de la igualdad y la democracia y proponía un “gobierno de los héroes”, los individuos excepcionales que protagonizan la historia y deben guiar a la sociedad (como los hombres históricos de Hegel, que encarnan el zeitgeist, es decir, el espíritu de su época). El influjo del anarcocapitalista alemán contemporáneo Hans-Hermann Hoppe o del neofascista filonazi y ocultista Julius Evola también hizo al ingeniero desconfiar de la democracia y explorar alternativas autoritarias y monárquicas. En esa línea escribe el propio Moldbug: “Nuestro problema es la democracia. La democracia es una forma de gobierno peligrosa y maligna que tiende a degenerar, a veces lentamente y otras con una rapidez impactante y desgarradora, en tiranía y caos”.

La victoria de Trump en 2016, con sus maneras autoritarias, su alejamiento de los valores conservadores establecidos y su desafío a los medios de comunicación y a las normas políticas, parecía estar en sintonía con los postulados de la NRx y probablemente colaboró a alentar esas ideas. La NRx cree que es preciso combatir un conglomerado que ejerce el control ideológico, bautizado como la Catedral (algo así como la hegemonía gramsciana), donde se reúnen los medios, las universidades, etcétera, para mantener el statu quo. La píldora roja que ofrece Yarvin, ya un icono de esta derecha disidente, es la que ayuda a escapar de esta matrix. Aunque la propuesta de la NRx, bien pensado, no se diferencia mucho del futuro distópico descrito en la ciencia ficción ciberpunk: grandes corporaciones que dominan una sociedad hipertecnologizada. Una tecnocracia tremendamente desigual, que también recuerda al tecnofeudalismo, en el que el poder se concentra en grandes corporaciones de las que la ciudadanía depende para los aspectos más fundamentales de su vida.

Peter Thiel, cofundador de PayPal, es otro de los pilares del movimiento, como ferviente financiador de Yarvin y la neorreacción desde sus inicios. El magnate de Silicon Valley también ha financiado al Seastanding Institute, fundado por Patri Friedman (nieto del pope neoliberal Milton Friedman), que pretende crear utopías anarcocapitalistas en islas y plataformas marítimas situadas en aguas internacionales, donde, como en el neocameralismo de Yarvin, los modos de gobernanza evolucionen en competencia según una lógica de mercado. “No creo que democracia y libertad sean compatibles”, escribió el multimillonario, en 2009, en un texto para el think tanklibertariano Instituto Cato.

No son muchas personas las que conocen a estos autores y estas ideas, que mantienen cierta pátina transgresora. “Sin embargo, algunas de ellas, a menudo de forma parcial y sin citar el autor, circulan en redes cada vez más. Su influencia es creciente: baste pensar que empresarios tan poderosos e influyentes como Thiel o Musk las promueven”, dice el historiador Steven Forti, autor de Extrema derecha 2.0 (Siglo XXI, 2021). El caldo de cultivo es favorable porque los algoritmos favorecen la difusión de contenido extremista. Las teorías de la conspiración, con sus soluciones simples a la complejidad, suelen encontrar adeptos. Y la simpatía por los líderes autoritarios crece al tiempo que la desafección por la democracia. “¿Resulta tan extraño, por consiguiente, que haya gente que empiece a creerse estas teorías?”, se pregunta Forti.

Sergio C. Fanjul, NRx: el movimiento (subterráneo) que quiere cargarse la democracia, El País 24/11/2024

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