Imaginar un món post-laboral.






(Se vislumbra) un periodo de transición complicado, marcado por el alto desempleo y la necesidad de formación de los trabajadores. Una etapa en la que la mencionada renta básica universal podría ser una solución para distribuir el aumento de productividad generado por la inteligencia artificial. La medida tiene destacados defensores, como Sam Altman y el propio Elon Musk, fundadores de OpenAI. Otros, como Nick Srnicek, uno de los máximos exponentes del aceleracionismo de izquierdas, y autor del libro Inventing the Future: Postcapitalism and a World Without Work (2015), se muestran escépticos. “No porque no me guste la idea, sino más bien porque creo que las circunstancias del mundo contemporáneo no permitirán que surja una RBU significativa, por el momento. Nuestros limitados recursos para la acción política están mejor empleados en otros ámbitos”, afirma en conversación con este diario.

Srnicek señala que, además del avance de la automatización, está cambiando la actitud de los jóvenes hacia la importancia que tradicionalmente se le ha dado al trabajo. “Las generaciones más jóvenes muestran un rechazo significativo hacia la ética laboral tradicional y, en algunos casos, e incluso han llegado a surgir movimientos antitrabajo como la gran dimisión [el abandono por parte de millones de personas en todo el mundo de sus puestos de trabajo tras la pandemia]. Este cambio de actitud indica un deseo de alejarse de las estructuras laborales convencionales, lo cual requeriría también cambios políticos y sociales”, señala. Un informe de Randstad respalda esta observación, indicando que un 58% de los jóvenes de 18 a 24 años abandonaría un empleo que no asegure calidad de vida, mientras que un 38% ya ha dejado trabajos por no armonizar con su vida personal. Esto contrasta notablemente con el antiguo refrán que dice: “No hay trabajo malo mientras no haya otro mejor”.

Uno de los retos más complejos de un posible mundo post-laboral, añade Nick Srnicek, es evaluar cómo el declive del trabajo tradicional afectaría la identidad y el propósito vital de las personas. Aunque el trabajo proporciona beneficios como identidad, cultura, reconocimiento, amistad, objetivos y logros, dice, estos pueden encontrarse de manera más efectiva fuera del ámbito del empleo asalariado. “El trabajo es, en realidad, un medio terrible para alcanzar estos beneficios. Se ha convertido en el recurso por defecto para ellos solo porque ocupa la mayor parte de nuestro tiempo”, concluye. El dramaturgo irlandés Oscar Wilde, agudo observador de la sociedad de su tiempo, ya advirtio algo similar en su cuento El Príncipe Feliz: “El trabajo duro es simplemente el refugio de las personas que no tienen nada que hacer”.

Daniel Soufi, ¿En qué trabajaremos si se termina el trabajo?, El País 14/12/2023

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