Un laberint psíquic i polític.




Ayer, tuve el placer de asistir a un nuevo diálogo a partir del último libro publicado en castellano por Ricardo Espinoza Lolas, “Ariadna. Una interpretación queer” editorial Herder. El gran mérito, que personalmente me seduce, es que ninguna presentación es la misma. Ha realizado varias: Madrid, Barcelona -más de una-, Italia, Chile, …no desearía omitir ninguna, y siempre es un eterno retorno que, como Espinoza sostiene con la pasión que le caracteriza, no es repetición, sino sutileza y matiz que al constituir un dinamismo constante constituyen nuevas experiencias de lo que, a falta de perspicacia, podría parecer lo mismo.

Bien, pues eso fue lo que sentí ayer, habiéndome leído hace algún tiempo el libro, que las lecturas también son dinámicas, sutilezas y matices que volviendo al mismo texto no siempre te toca de la misma forma.

Si otras veces mi mente se había sentido arrastrada por otros aspectos, ayer me resonó profundamente una idea que le expuse a Ricardo Espinoza, pero creo que no supe formular bien. Es la siguiente: partiendo del mito de Ariadna -recomiendo recuperarlo del propio libro del que aquí hablamos- el laberinto que constituye el espacio de la lucha de unos contra otros, de traiciones y del victorioso que logra salir de él, es una metáfora de al menos dos planos diferenciados: el psíquico de cada uno, y el político.

El laberinto psíquico equivaldría a nuestros fantasmas inconscientes que operan sin que nos apercibamos, a veces, cuando ya hemos sido atrapados o traicionados. Es la primera batalla que debemos lidiar si queremos salir del laberinto, y que dicho sea de paso nunca resta acabada. Sin embargo, el poseer cierta noción del terreno que pisamos nos permite afrontar el laberinto en su segundo plano -que interfiere continuamente con el primero, la diferenciación es puramente explicativa-, es decir, el político. Salir del laberinto aquí implica desprendernos de las servidumbres y homogeneidades a las que estamos sometidos para, desde fuera, distanciándonos, podamos constatar que la mejor manera de salir del laberinto sociopolítico es el compromiso, la vinculación y el interés por los Otros, como alternativa clara al destrozo mutuo que nos acecha en el laberinto.

¿Podemos vivir fuera del laberinto? A esta cuestión respondió Espinoza con un tono optimista, no presente en otros momentos -es el mismo dinamismo vital- afirmando que cuando somos capaces de gozar de lo más nimio, al margen de imposiciones, estamos sembrando la semilla de una tímida revuelta, revolución o una forma de vida alternativa. Y esto a pesar de que el dolor está también presente como una hiedra adherida a nuestro vivir. Aunque es cierto que, en ocasiones su presencia es más desgarradora que en otras, en las que parece que vivamos en un cierto paréntesis idílico.

La interpretación que Ricardo Espinoza Lolas hace de los mitos más clásicos y lo que nos dicen en la actualidad, se aleja de las traducciones tamizadas por el cristianismo que acostumbramos a manejar. Por ello, no hace falta animar a quien pueda acceder a ellos en las lenguas originales que no lo dude, y a los que, como una servidora, no podemos más que manejar traducciones realizar el esfuerzo de contrastarlas, y tener en cuenta la genealogía de esas traducciones para ser conscientes de los filtros que las han condicionado.

¡Gracias, Ricardo Espinoza Lolas!

Ana de Lacalle, Una Ariadna para bailar en tiempos de incertidumbre. Ricardo Espinoza Lolas. Teatro de La Gleva, filosofiadelreconocimiento.com 27/09/2023

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