Ciència i emocions.






Nuestra capacidad para aceptar una tesis, incluso científica, no depende solamente de las pruebas racionales que la acreditan, sino también de la implicación afectiva vinculada a las conclusiones de dicha tesis.

Es así como, a modo de ejemplo, podemos ver que hoy hay temas científicos emotivamente neutrales, como, por ejemplo, la causa de la extinción de los dinosaurios, el origen de la Luna, la manera en que el agua apareció en la Tierra o la desaparición brutal del hombre de Neandertal, asuntos acerca de los cuales los científicos debaten a veces con vivacidad, pudiendo cada uno sostener tesis diferentes e incluso opuestas, pero cuyas implicaciones intelectuales, sean cuales sean, serán finalmente aceptadas por todos, ya que se trata de temas que carecen de contenido emocional.

Sin embargo, a partir del momento en que se entra en temas sensibles que, incluso cuando son temas científicos, están en parte politizados, como el calentamiento climático, la ecología, el interés de la energía nuclear, el marxismo económico, etcétera, la inteligencia no se ve tan libre de razonar con normalidad, ya que las opciones políticas, las pasiones y los intereses personales interfieren con el uso de la razón.

El fenómeno es particularmente acusado cuando se aborda el tema de la existencia de un Dios creador. Frente a esta cuestión las pasiones se ven aún más exacerbadas porque lo que está en juego, en ese caso, no es un simple conocimiento, sino nuestra propia vida. Tener que reconocer, al concluir un estudio, que uno podría ser tan solo una criatura procedente y dependiente de un creador es algo que muchas personas consideran como un cuestionamiento fundamental de su propia autonomía.

Ahora bien, para muchas personas, el deseo de ser libres y autónomas, de poder decidir solas sus acciones, de no tener “ni Dios ni amo” prima por encima de todo. Su yo profundo se siente agredido por la tesis deísta y se defiende movilizando todos sus recursos intelectuales, ya no para buscar la verdad, sino para defender su independencia y su libertad, consideradas prioritarias.

Por lo tanto, no es sorprendente que este tema suscite reacciones que suelen ir desde una incómoda indiferencia hasta la burla, el desprecio e incluso la violencia, en lugar de generar una argumentación seria.

Michel-Yves Bolloré y Olivier Bonnassies, Dios, la ciencia, las pruebas. El albor de una revolución, fronterad.com 19/10/2023

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