Pronosticar no vol dir inventar.




Una inteligencia artificial puede llegar a ser una receta muy minuciosa para elaborar un cocido. Pero aún hay aspectos, incluso en un ámbito tan aparentemente sencillo como el gastronómico, que exceden a las recetas que somos capaces de explicitar. Sencillamente no sabemos qué enseñarle a una inteligencia artificial para que aprenda a cocinar porque ni siquiera sabemos qué sabemos que sabemos nosotros para hacerlo.

Podemos programar una inteligencia artificial muy competente en un tema donde las reglas son explícitas, pero no podemos programarla para integrar diversos temas (incluso campos enteros del conocimiento con sus propias disciplinas) donde muchas reglas son implícitas.

Este fenómeno es mucho más claro en el proceso creativo de inventar una nueva tecnología (por ejemplo, la propia inteligencia artificial) o de pronosticar qué cambios producirá dicha tecnología. Enseñar a inventar es como inventar. Pronosticar excede a la capacidad de inventar. O como lo explicó el filósofo Alasdair MacIntyre en Tras la virtud:
La invención de la rueda no se puede predecir. Y es que una parte necesaria a la hora de predecir un invento consiste en decir lo que la rueda es, y decir lo que la rueda es implica inventarla […] La idea de predecir una innovación conceptual radical es en sí misma una incoherencia conceptual.

En resumidas cuentas: no sabemos (aún) como inventar un inventor (aún necesitamos a un tutor humano que determine qué vale la pena y qué no) y no sabemos si podremos (aún) inventar a un inventor.

Es decir, que la Inteligencia Artificial General (IAG) podría existir algún día. Pero no existe ningún proyecto para llegar a ella. Ni sabemos si algún día existirá. Todo lo que hemos logrado hasta ahora son herramientas asombrosamente productivas. Recetas maquinales. Detectores de patrones. Inteligencia no humana.

Sergio Parra, No pensamos como máquinas y por eso las máquinas no pueden pensar (de momento), Sapienciología 01/10/2022

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