Realisme i antirrealisme entorn a la mecànica quàntica
En esencia, el debate filosófico sobre la "realidad" cuántica no es sino la continuación de un viejo debate sobre la forma más adecuada de entender las teorías científicas y su relación con el mundo que tratan de conocer. Hay dos posiciones básicas. Según los realistas, las teorías científicastienen como objetivo averiguar, aunque sea siempre de forma falible, qué entidades y procesos hay en el mundo, qué propiedades tienen y por qué cambian de un modo definido. Esas entidades, procesos y propiedades existen en el mundo con independencia de cualquier observador.
Consideran, además, que las evidencias obtenidas mediante la observación y los experimentos pueden aportar elementos de juicio para aceptar la verdad (aproximada) de las teorías exitosas.
Los antirrealistas ven las cosas de otro modo. Consideran que el papel de las teorías científicas consiste en calcular, predecir y controlar una forma simple y fructífera las manifestaciones observables de la naturaleza (lo que los clásicos llamaban “salvar los fenómenos”). Las teorías son, pues, herramientas conceptuales para manejar el mundo y no deben interpretarse como guías ontológicas, es decir, no deben tomarse como un catálogo acerca del mobiliario del universo, y mucho menos en lo que se refiere a las entidades inobservables. La evidencia empírica sólo nos permite afirmar la adecuación empírica de la teoría, es decir, solo podemos afirmar que la teoría ha encajado bien hasta el momento con los fenómenos conocidos y, particularmente, que ha resultado efectiva en su capacidad de predicción.
La teoría cuántica constituye un desafío para las posiciones realistas si la tomamos en la interpretación considerada como estándar, la interpretación de Copenhague, desarrollada fundamentalmente por Bohr, Heisenberg y Born. Una interpretación cuyo contenido preciso, sin embargo, sigue siendo objeto de controversia entre físicos e historiadores. De hecho, Bohr y Heisenberg discreparon en puntos importantes.
También en cuanto a sus planteamientos filosóficos. Bohr fue una especie de fenomenista kantiano, mientras que Heisenberg estuvo más cercano al positivismo. En lo que ambos coincidían era en su instrumentalismo.
Para empezar, en dicha interpretación la teoría no atribuye valores definidos a ciertas propiedades de los sistemas físicos que estudia (por ejemplo, la posición y la velocidad de un electrón) hasta tanto no hayan sido observados o medidos. Tales propiedades sólo adquieren un valor real en el proceso de medición, y siempre dentro del contexto de la completa situación experimental.
Por tanto, no tiene sentido hablar de ellas como si estuvieran definidas con independencia del acto de medición y este nos diera únicamente ese valor previo desconocido. Su “realidad”, el valor concreto de cada una de ellas, se adquiere precisamente en el conjunto del dispositivo experimental montado para observarlas. Antes de ese momento, el sistema cuántico evoluciona (de forma determinista) en una superposición de estados, es decir, en una combinación de todos los valores posibles para cada una de esas propiedades.
Antonio Diéguez, El gran debate filosófico del siglo XX ... , xataka.com 26/10/2022
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