Els perills de la moralitat.
... los límites de la moral acaban en nuestro grupo, el «no matarás» nunca es «no matarás a nadie», sino «no matarás a los tuyos». Por tanto la moral no incluye a toda la humanidad,
Lo que yo he visto en concreto es que todo se ha moralizado mucho. Ahora no puedes hacer una canción, ni un chiste, y todo el mundo señala lo bueno que es, incluso las empresas. Gillette criticando la masculinidad tóxica, Coca-Cola dando cursos de antirracismo, etc. En los últimos años se está llegando a una espiral de virtud, y cuando llegas a la cima no es suficiente, tienes que ser aún más virtuoso, lo cual nos está llevando a intentar ser santos, a una santidad inalcanzable. Me ha parecido muy interesante entender, como dice Eric Hoffer, que aunque vivimos una época sin Dios no vivimos una época que no sea religiosa. Los seres humanos somos profundamente religiosos, queramos o no, y conste que yo soy ateo, lo que digo es que tenemos necesidad de sentirnos morales, de señalar a los demás que somos morales, y esa necesidad si no sale por un lado sale por otro. Ahora lo vemos en esa nueva religión woke, tan evidente en sus gestos, se ponen de rodillas, piden perdón, es una manifestación laica con orígenes en el protestantismo y el catolicismo donde todos sus conceptos, el de perdón, arrepentimiento, se han desmadrado.
Pensábamos que la moral venía de Dios, y a los ateos se les consideraba mala gente porque sin religión no podían ser morales. En algunos sitios sigue siendo así, en Estados Unidos la condición que menos aceptarían los votantes en un candidato a presidente es que fuera ateo, se aceptaría más que fuera homosexual o negro, latino, o asiático. Seguimos siendo criaturas morales y por eso nos estamos comportando de una manera religiosa, pero sin Dios, porque esa naturaleza humana está ahí, y ha salido. Una de las cosas es que tenemos que retomar aquella idea del liberalismo de que la religión tenía que pertenecer al ámbito privado y no al público. Tenemos que hacer lo mismo pero con la moral, e igual que nos hicimos ateos de Dios ahora nos tenemos que hacer ateos de la moralidad.
... al afirmar yo que la moral es mala estoy también actuando moralmente. Pero lo que yo estoy diciendo es que tenemos que desmoralizar los problemas, porque hacerlo es negativo para nosotros individualmente, y como sociedad. Dejar de ver nuestras diferencias en términos de bueno o malo, que es la terminología moral, y entender que solo tenemos intereses diferentes. Que debemos hallar un punto de encuentro formulando nuestro problemas de modo racional.
Jonathan Haidt pone el ejemplo del elefante y el conductor, la moral es como el elefante, si dice voy para allá, va, y no puedes hacer nada, y el conductor tiene un margen de maniobra pequeñito que sería la razón. Nuestro monstruo emocional está ahí, es la naturaleza humana, pero tenemos que empezar a diseñar las instituciones para que no aparezcan esos monstruos morales que tenemos ahí.
A los políticos y a las redes sociales lo que les interesa es fomentar esa indignación porque vende, así que en vez de buscar cooperación lo que hacen es dividirnos. Y eso está chupao, basta darte a ti una camiseta negra, a mi a una azul, y ya la hemos liado por la cosa más tonta. Lo que es realmente complicado es unirnos para cooperar en unos objetivos comunes, y eso deberían hacer los políticos, pero les compensa más decir que ellos son los buenos, los otros los malos, encontrar un nicho moral que les diferencie de los demás. Es famoso aquel debate preelectoral en que estaba Zapatero con Iñaki Gabilondo y le dijo «nos conviene que haya crispación», y no lo cito porque sea ese partido político, sino porque me acuerdo de eso. Evidentemente les interesa picarnos, decirnos ahí viene el demonio con cuernos, que va a acabar con nosotros y con nuestros hijos, que nos van a comer, para que la gente se motive y participe en ese grupo. Es como si te atribuyes el feminismo y dices que solo te pertenece a ti como partido, pues te colocas en una superioridad moral y así me diferencio de ti. Buscan esas diferenciaciones y ese ponernos a unos contra otros. Deberíamos recordar que los intereses de los políticos no coinciden del todo con los intereses de los ciudadanos.
La moralidad es una moneda con dos caras. Es una tecnología para la cooperación y no podríamos existir sin ella, nos habríamos extinguido como especie. Si no nos indignan las desigualdades, o que no haya justicia en ciertos temas, para actuar contra ellas e ir mejorando las cosas, no sobrevivimos. Esa es la parte moral que conocemos, y de ahí las críticas al título del libro. Cómo va a ser mala la moral si ella es lo que nos hace ser empáticos, altruistas. Pero esa no es la parte de la que yo quería ocuparme. Cuando oigo que hay que abolir la moralidad pienso que es como pedir abolir el sexo, los sentimientos: no puedes, es esencial y seguirá siéndolo. Si hoy podemos conseguir la reproducción in vitro e incluso sin sexo, porqué no nos planteamos conseguir también la cooperación considerando que la moral tiene ese lado negativo. Ciento sesenta millones de muertos calculados en el siglo XX entre genocidios y guerras, ¿lo podemos mejorar? Ahora que somos más listos, y hemos entendido que la moral es una tecnología para la cooperación, ¿podríamos formular los problemas implicando solo la parte buena de la moralidad?
Es verdad que tenemos dentro de nosotros impulsos agresivos. Si ahora mismo hay un apagón y no hay comida en el supermercado, mis hijos no tienen qué comer, y estamos tú y yo para conseguir unas patatas, probablemente el que sea más fuerte se las va a llevar. Pero hay maneras de reconducirnos. Si diseño una autopista de seis carriles y cojo y la reduzco a uno, van a salir los instintos agresivos que están en nuestra naturaleza. Pero si yo los voy reduciendo primero a cuatro, luego a tres, poquito a poco, vamos a ir todos pasando y no nos vamos a pitar ni nos vamos a machacar. Si tenemos en cuenta la naturaleza humana vamos a poder diseñarlo todo, desde una autopista al sistema democrático, para que no sea de suma cero, lo tuyo o lo mío, y ahí podríamos conseguir avanzar. E intentar que los intereses de todos estén representados. En la mayoría de encuestas en política últimamente sucede una cosa muy curiosa, sale una proporción de resultados que es prácticamente cincuenta-cincuenta. Entonces qué hacemos, ¿jodemos a la mitad de la población para que la otra mitad haga lo que quiere? Es que esa gente a la que jodemos tiene sus motivaciones y sus razones.
... la gente no es, en general, consciente de que la moralidad tiene un lado oscuro. Ni políticos, ni dueños de redes sociales. Estos de Twitter y Facebook lo han hecho un poco por ensayo-error. Si tú miras el origen de Facebook era una cosa de caras, y de valorar, y qué descubrieron ahí. Que los seres humanos estamos muy interesados en la programación social, en el cotilleo. Y los programas de radio y televisión, por qué han acabado en el cotilleo. Por lo mismo. A lo mejor internet empezó compartiendo información, o de otra forma, pero resulta que cuando hablas de tu grupo, y de las chicas, la gente se vuelve loca. Descubrieron la tecla del cotilleo, que existe igual que la tecla del fútbol o la competición, que interesa a ciertos públicos, y si pones programas de ajedrez no te vas a jalar un rosco porque no tocan ninguna tecla de la naturaleza humana. Las redes han dado con la tecla de la indignación moral, cuando un tuit va de atacar al enemigo, va de la indignación moral, resulta que se retuitea mucho más, la gente se vuelve loca, se engancha aquí, y con esto les tenemos cogidos.
No nos damos cuenta, pero tenemos verdadera aversión a matar a otros, nos es mucho más fácil matarnos a nosotros mismos. Este último año hemos tenido en España casi cuatro mil suicidios, y en cambio hubo unos trescientos homicidios. Lo que tenemos es aversión a matar directamente, con nuestra manos. Si te mandan apretar un botón que lanza un misil y mueren tres mil en Irak, eso es diferente, no te provoca el mismo sentimiento. Lo que se te hace difícil es agredir tú directamente a alguien. Como en el clásico problema del tranvía, la gente no está dispuesta a lanzar al hombre obeso a la vía para salvar a cambio a otros cinco.
Si miramos el socialismo o el comunismo soviético hay un trasfondo religioso, lo han señalado muchos autores como Nietzsche, que señalaba que en el fondo el socialismo era cristianismo, o Bertrand Russell. Esa visión apocalíptica de que haces una revolución y llega la utopía es como una segunda venida de Cristo, un sentimiento religioso, una negación de la naturaleza humana, y una justificación de que para llegar al bien absoluto puedes hacer lo que sea. Y es que en el fondo los humanos no tenemos mucha variedad de conductas. Cambia un poco la expresión, o el contexto, algunos matices en definitiva, pero creo que esa naturaleza humana la acabamos viendo siempre, en cualquier situación.
Martín Sacristán, entrevista a Pablo Malo: "La gente no es, en general que la moralidad tiene un lado oscuro...", jotdown.es 22/12/2021
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