Política contra família.








Las grandes civilizaciones se construyeron contra los instintos familiares. Los chinos crearon un sistema objetivo para seleccionar a unos funcionarios que no pusiesen a sus familias por delante del Estado, en el mundo cristiano se prohibió el matrimonio a los clérigos con unas intenciones similares y los turcos otomanos llegaron a crear una élite administrativa formada por esclavos extranjeros que no podían transmitir a sus hijos los privilegios adquiridos durante su vida. Todo, para limitar el impulso universal de anteponer los intereses familiares a los generales.

Estos esfuerzos siempre han tenido éxitos limitados. Hubo obispos que tuvieron hijos y los jenízaros turcos acabaron por revocar la prohibición de transmitir el poder a su prole. La familia siempre vuelve, quizá porque el instinto familiar está muy arraigado en la naturaleza humana.

Daniel Mediavilla, La especie que triunfó gracias a las abuelas, El País 18/12/2021

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