El recolzament mutu com a mecanisme de supervivència.





Es verdad que en cualquier proyecto de futuro es preciso evitar la tentación de creer que todo está en nuestras manos, porque no basta con ejercer la virtú, sino que es necesario contar también con ese imponderable que es la fortuna. Tal vez no para cogerla por los cabellos, como pretendía Maquiavelo, pero sí para prevenirse frente a ella, o, lo que es mejor, convertirla en aliada.

En mis años de infancia se decía que el responsable de todo lo malo era el demonio; más tarde, al entrar en la universidad, era “el sistema”, y desde los años noventa del siglo XX todas las desgracias se achacan a la globalización, a menudo entreverada con el sistema. Y yo me pregunto si es verdad que todo depende de un perverso sujeto elíptico —demonio, sistema, globalización— o lo cierto es que el futuro está también en manos de muchos sujetos con nombres y apellidos, personales o institucionales, cuyas actuaciones deberían ser muy otras. ¿Cuáles serían entonces las tendencias que conviene potenciar y cuáles las que importa desactivar? (…)

En principio, el coronavirus ha puesto de nuevo sobre el tapete la fragilidad y la vulnerabilidad de las personas y de los países, la constatación de que no somos autosuficientes, sino interdependientes, en el nivel local y en el global. Por eso, los países deberían celebrar el “Día de la Interdependencia”, por decirlo con el politólogo Benjamin Barber, porque al reconocerla demuestran su madurez. De donde se sigue que, en la lucha por la supervivencia, y sobre todo por vivir bien, que es a lo que aspiramos los seres humanos, no prosperen los más fuertes, los supremacistas, los que intentan maximizar el beneficio a toda costa, sino los que apuestan por el apoyo mutuo. Nacionalismos, independentismos y populismos son letales. Como sabemos, Darwin retrasó la publicación de El origen del hombre precisamente por la dificultad de resolver el enigma del altruismo biológico, y ulteriores estudios muestran cómo los seres humanos somos reciprocadores y cooperativos, y cómo en la elección entre la cooperación y el conflicto, la primera es mucho más inteligente que el segundo. Tenían razón los viejos anarquistas al ver en el apoyo mutuo el mecanismo de la supervivencia.

Por eso, en el mundo humano, proclamar como hoja de ruta el nacionalista “America first” como hizo Trump es descabellado, como lo es echar el cerrojo a la muralla china, al estilo de Xi Jinping desde un nacionalismo empleado a fondo en liderar el mundo económicamente sin entrar a formar parte de la civilización política universal. Aunque China sea líder en el mundo de las plataformas y uno de los protagonistas innegables en los intercambios económicos, su aislamiento desde el punto de vista de la civilización ético-política le dificulta convencer. “Venceréis, pero no convenceréis” es el famoso dictum atribuido a Unamuno.

Adela Cortina, Tras la covid-19, celebremos el Día de la Interdependencia, El País 23/03/2021

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