Mode d'estabilització dinàmica.








El problema no es que crezcamos, aceleremos o innovemos; el problema es que nos vemos obligados estructuralmente a hacerlo para quedarnos donde estamos, para mantener nuestro status quo institucional. A esto lo llamo ‘modo de estabilización dinámica’ y es lo que caracteriza a una sociedad moderna. Sin una aceleración constante, el número de desempleo aumenta, los ingresos fiscales disminuyen, no podemos pagar el sistema de salud, ni el de pensiones, ni el educativo… Y lo mismo para nosotros como individuos: vivimos como si estuviéramos parados, como si estuviésemos en unas escaleras mecánicas corriendo cuesta arriba constantemente para mantener nuestro lugar en un mundo, que se mueve frenéticamente. Cada vez tenemos que correr más rápido para mantenernos en el lugar. Es de crucial importancia ver que esto no es simplemente una característica de la vida humana, En la historia, esta necesidad estructural de correr solo para permanecer en el lugar solo comienza en el siglo XVIII. Está intrínsecamente conectado a la lógica del capitalismo, al proceso de acumulación de capital que nunca puede detenerse sin un colapso económico total.

Dentro del sistema, lo único que ya no es capaz de alcanzar una mayor aceleración es nuestro cuerpo, así como nuestra mente. Nos hemos vuelto anacrónicos: el poder y la velocidad del cuerpo humano se han vuelto inútiles en un mundo dirigido por computadoras y máquinas. El movimiento físico está restringido al clic del pulgar en el teléfono inteligente o el control remoto. O al gimnasio, donde movemos el cuerpo pero solo por su bien. Los movimientos ya casi no tienen otro propósito. Y lo mismo para las mentes: nuestro pensamiento y cálculo pronto quedarán obsoletos. En esto hay dos formas posibles de reacción: una es la estrategia transhumanista, fusionando nuestras mentes y cuerpos con computadoras para acelerarlos. No tengo ninguna duda de que el próximo paso en nuestro juego de velocidad será la conexión de tecnologías biológicas e informáticas. Google y Spotify estarán directamente en nuestros cerebros, no en los dispositivos. Esto significa que dejaremos de ser humanos, a menos que detengamos todo el sistema y superemos el modo de estabilización dinámica para reemplazarlo por un nuevo modelo social que se adapte a las necesidades, esperanzas y deseos humanos. Esta es la segunda reacción posible. Requerirá acción política, una reforma económica y una cultural, siendo esta última una revisión de nuestra concepción de la buena vida. Sé que una revolución parece muy poco probable, pero es la promesa de la modernidad: que no nos dejaremos gobernar por presiones externas, que seremos libres de moldear nuestra forma de vida. Por tanto, no debemos dejar que los dictados de la velocidad determinen nuestro destino.

Esther Peñas, entrevista a Harmunt Rosa: "Si no frenamos el sistema, Spotify y Google se conectarán a nuestros cerebros", ethic.es 29/06/2021

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