Per una esquerra 'anti-obrerista' (Antonio Gómez Villar).
Contrario a lo que sostienen las posiciones obreristas, creo que la izquierda no ha sido derrotada por haber desatendido a lo material, sino por su incapacidad a la hora de construir imaginarios. Un dolor social, una falta material, siempre genera desorientaciones afectivas que han de ser trabajadas políticamente. Lo político es el lugar donde dar sentido y orientación a lo material, donde elaborar los conflictos y dolores que nos atraviesan. Las ideologías son una fuerza material, tocan las experiencias, trazan el mapa de la realidad social. Si la potencia de una política emancipatoria dependiese de su capacidad para reflejar las condiciones materiales, entonces no habría lugar para la contingencia y, por ello mismo, no habría política. De una mayor evidencia empírica de las condiciones de vida de los desfavorecidos no se sigue un mayor potencial transformador. Las ideas tienen fuerza, como bien sabía Spinoza, cuando se encuentran con los afectos. Y los afectos han de conectar con los deseos y los anhelos. No se trata de reivindicar un relativismo ingenuo e idealista, ni de negar la objetividad. Antes bien, es preciso indagar, al modo nietzscheano, en sus condiciones de posibilidad.
Cuando se quiere menospreciar a las llamadas «luchas culturales», siempre se las presenta precedida de los adverbios modales «solamente» o «meramente» para indicar que son poco materiales. Pero si queremos salir de la esterilidad política a la que nos arroja la dicotomía cultural/material, hemos de asumir que las luchas culturales no son aquellas que están situadas en un plano inferior o secundario, «meramente individuales» o «solamente particulares», sino que son la raíz misma de la lucha política en la medida que posibilitan reconfigurar los marcos de sentido en los que se inscriben los dolores materiales. Por eso no hay lucha económica que no esté atravesada también por la disputa del sentido. Las ideas, las formas de pensar y sentir, se declinan siempre como forma material e ideológica en nuestras vidas. Las ideas y la realidad material son a la vez, e intervienen en los modos en que se configuran lo político y se constituyen las identidades.
El periodo 1945-1973, el que va desde el final de la II Guerra Mundial hasta la crisis el petróleo, es presentado por los teóricos obreristas como una imagen evocadora, idealizan el mundo antes de la llegada del neoliberalismo. Está muy presente en Ken Loach, Owen Jones o Daniel Bernabé. El pasado no es tanto un tiempo histórico sino una foto perfecta, un tiempo de seguridad y confianza en torno al Estado del bienestar post-45.
Pero lo que el consenso de posguerra nos demuestra es que situar el trabajo asalariado, «lo material», como eje articulador de un proyecto político, no constituye en sí mismo un desafío para el orden capitalista. De hecho, lo que mostró aquel consenso es que trabajo y capitalismo pudieron convivir y aunar intereses. El Estado proveía bienestar social y empleo regulando o interviniendo directamente en la economía. La ideología de «lo social» («Estado social», «política social», «demandas sociales», «capital social») aportó la categoría en torno a la cual se recuperó, subordinó y absorbió la ideología socialista. Es así como tuvo lugar el consentimiento de la clase trabajadora al orden capitalista post-45. El pacto consistió en que el movimiento obrero aceptaba las relaciones de producción capitalista renunciando al control sobre la producción.
Sin embargo, los teóricos y las teóricas del «regreso de lo material» insisten una y otra vez sobre la connivencia entre las luchas culturales y el neoliberalismo; y nunca dicen nada acerca de la captura de la clase obrera a partir de 1945, momento en el que las aspiraciones revolucionarias del movimiento obrero fueron desactivadas. Si de atender a las formas de captura capitalistas se trata, entonces podemos decir que el obrerismo pone entre paréntesis los argumentos legitimadores propiamente neoliberales que pretenden justificar las políticas de austeridad desde finales de los años 70: el auge de las condiciones materiales luego de la II Guerra Mundial superaron con creces las expectativas, por lo que fue necesario controlar el gasto público y el poder de los sindicatos. Responsabilizar y culpabilizar al movimiento obrero de posguerra de las maneras en que operó la racionalidad neoliberal sería un gesto reaccionario, simétrico a las perspectivas actuales que señalan al mayo del 68 como chivo expiatorio. Me parece decisivo disputar esa imagen evocadora y mostrar que el capitalismo de posguerra sobrevivió en Europa gracias a la integración de la clase obrera en el modelo redistributivo de la sociedad de consumo. Y hacerlo, además, sin reproducir el gesto reactivo del obrerismo.
... hoy reciben el nombre de olvidados aquellos que han quedado fuera del paraguas simbólico y material de la clase media. El planteamiento es del todo paradójico: los obreristas ven posible el retorno de la clase obrera a través de los olvidados. Pero los olvidados son la antigua clase media, aquella clase que es una no-clase, atravesada por un deseo de desproletarización, solo definida por oposición a los extremos del espacio social y su adhesión subjetiva al orden existente. El obrerismo lamenta que la lucha de clases esté hoy desdibujada y pretenden resucitarla desde una clase social, la clase media, que nunca tuvo unos contornos más o menos definidos y precisos. La clase media no nació para desaparecer, como el proletariado, sino con la voluntad de reproducirse indefinidamente como clase. Los olvidados no afirman posibilidades para todos y todas, sino para una parte, el reclamo a ostentar unos privilegios cuasi naturales perdidos. Se abandona la perspectiva de la emancipación universal del proletariado y se reclama la aspiración universal por el estatus de la clase media. Volver a consolidar una clase media constituye la imagen de un futuro alternativo: el sueño de un consumo ilimitado. El objetivo último es que vuelva a regir el principio de movilidad social ascendente, pero solo para unos pocos.
Manuel Romero, entrevista a Antonio Gómez Villar: "La izquierda no ha sido derrotada por haber desatendido a lo material, sino por su incapacidad a la hora de construir imaginarios", ieccs.es 30/03/2022
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