El pas d'allò possible a allò inevitable és sempre una decisió.




Al contrario de lo que podríamos pensar, cuanto más compleja es una estructura de menos personas depende su reproducción y, por eso mismo, más cuenta la personalidad de los individuos decisivos. En el marco del capitalismo global —digamos— la “maldad” personal es más decisiva que la “bondad” colectiva. Millones de personas que trabajan, honran a sus padres, cuidan a sus hijos y son solidarias con sus vecinos no pueden nada contra la libertad de un lobby o de un autócrata; miles de periodistas honestos que buscan la verdad no pueden nada contra la libertad de mentir de un magnate o un conspirador. Hay estructuras concebidas para neutralizar las rutinas morales y liberar, en cambio, las irregularidades más discrecionales. Pero esto significa precisamente que, cualesquiera sean los antecedentes de un acontecimiento y la genealogía histórica de una acción, el paso de lo posible a lo inevitable es siempre una decisión. Como recordaba Hannah Arendt, una estructura no es responsable de nada, salvo que aceptemos justamente que, allí donde hay causas y constelaciones y contextos compartidos, todos somos responsables de todo por igual, lo que equivale a renunciar al concepto mismo de responsabilidad y, en consecuencia, a la distinción entre conflicto y guerra, entre invadido e invasor, entre pensamiento, obra y omisión. Que el desplazamiento de una estructura compleja esté en manos de pocas personas quiere decir que la responsabilidad en nuestro mundo es desigual, como la riqueza y el poder, pero quiere decir que es individualmente inalienable: que es la condición misma para que podamos intervenir en el espacio político a favor de la justicia, el derecho y la igualdad. Aceptar, por ejemplo, que la invasión de Ucrania era inevitable, colofón mecánico de una acumulación “histórica”, es aceptar como inevitable todo lo que suceda a partir de ahora, pero lo inevitable en una guerra es siempre más guerra y más destrucción. Putin es el responsable de una decisión criminal que interrumpe toda cadena mecanicista y que solo puede desactivarse con otras decisiones, a las que habrá que acercarse con una temblorosa botella de nitroglicerina entre las manos, en un mundo más multipolarizado, más militarizado y menos democrático que nunca.

Santiago Alba Rico, Contra la geopolítica, El País 08/04/2022

https://elpais.com/opinion/2022-04-08/contra-la-geopolitica.html?fbclid=IwAR3uREsIdjTxH5Ej8SL-B7-3Tx-ouCS8B7k9vtOT60ABG39QPwEdlA2bLPc

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