Por i coratge.







Cuando un maltratador quiere desactivar y someter a una mujer o a un niño lo que hace es exagerar sus miedos, convencerles de que, sin él, no son nada… El miedo es un mecanismo fundamental de dominio. Por eso la batalla contra el miedo se libra en el ámbito de la representación. Seguramente, una de las grandes victorias de la Revolución Francesa fue la posibilidad de representar al pueblo como un sujeto valiente capaz de enfrentarse al poder. Es decir, el pueblo le arrebata, a través de la imagen, el privilegio de la valentía a los nobles. Un privilegio que ahora se asocia al empresario, puesto que se presupone que son quienes que se han atrevido a invertir y a arriesgar, mientras el resto somos cobardes que preferimos la comodidad y, por eso, no merecemos tener privilegios. El miedo aquí lo que hace es justificar unas desigualdades que, sin embargo, son estructurales e injustas.

Una de las cosas más perversas de esta guerra es oír a los reaccionarios de todos los ámbitos mostrarse contentos de que el conflicto vuelva a poner las cosas en su sitio: las mujeres en la carretera con los niños y los hombres peleando. La guerra prioriza una noción del valor y del miedo que es perversa. Es la noción que las novelas de caballería trataron de mantener cuando la nobleza estaba con respiración artificial, agonizante. Esas novelas trataban de mantener esos concetos porque así legitimaban la nobleza. Y uno de los aspectos perversos de esta guerra es que vuelve a poner en funcionamiento un discurso que legitima el poder de los hombres, de los militares… de los valientes.

Anna María Iglesia, entrevista a Bernat Castany: "Si uno quiere ser libre y pensar debe enfrentarse con los prejuicios", cronicaglobal.elespanol.com 07/04/2022

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