Temps, història i experiència.






El cuerpo es poco más que carne vegetativa, puro ensamblamiento de células y bacterias, sin la agencia y la experiencia. Y ambas son simple secuencia de momentos sin el hilo narrativo que llamamos identidad. Sin un flujo continuo de materia, energía, información, miradas de reconocimiento y cuidados, sin su entorno, el cuerpo no es sino lo que los griegos llamaban soma, un resto que deja el espíritu cuando se aleja de la vida. La agencia y la experiencia son signos de que los cuerpos existen en la historia y no simplemente en el tiempo, que habitan en un paisaje y no en el mero espacio. Si la agencia que ha señalado el humanismo indica la capacidad de automodificarse transformando el entorno, la experiencia es la expresión material de la vida que se relaciona con el entorno bajo la condición de sensibilidad. Desde los protozoos a la madre que atiende temerosa al sueño del bebé, los cuerpos afectan y son afectados por lo que está al otro lado de la piel. En ciertas especies esas afecciones se organizan como memoria y en la especie humana como relato que une las sensaciones y las arrugas en configuraciones que cambian al ritmo de los paisajes que recorre el cuerpo. “Quien no tiene memoria tiene cicatrices” se lee en un grafiti que ornamenta una pared de mi ciudad.

Fernando Broncano, Arqueología de la experiencia, El laberinto de la identidad 16/10/2021

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