Sorteig cívic, canviar la democràcia.
El sorteo cívico permite reunir a un grupo de ciudadanos elegidos al azar, que conformen una muestra representativa de la población, para que mediante la deliberación tomen decisiones de políticas públicas. Todas las personas somos capaces de tomar decisiones de políticas públicas mientras estemos informadas y tengamos tiempo y recursos para deliberar.
Los expertos son fundamentales, la cuestión es quién tiene acceso a los expertos. En un sorteo puede ser elegida cualquier persona, pero la idea es que tenga luego acceso directo a esos expertos. Y cuando hablamos de expertos no nos referimos solo a los académicos, como se entiende desde las élites, sino también a expertos de la sociedad civil, pues hay mucho conocimiento en la calle (sociedades de vecinos, ONG...). En la Convención Ciudadana por el Clima de Francia, los elegidos por sorteo estuvieron trabajando durante siete fines de semana con expertos para poder tomar decisiones.
Grupos de personas diversas en su manera de ver el mundo toman mejores decisiones que grupos homogéneos de expertos y expertas. Personas elegidas por sorteo que tienen acceso a conocimiento durante un tiempo determinado y que tienen acceso a técnicas de deliberación.
El sorteo es un buen sistema para afrontar tres tipos de cuestiones: las relacionadas con las propias reglas del sistema democrático, que no tienen que ver con el cambio climático, y luego las complejas donde hay controversia en la sociedad y las que son de largo plazo, donde entra de lleno el cambio climático. El sistema de partidos tiene sus periodos electorales que hacen muy difícil afrontar decisiones de muy largo plazo o cuestiones que supongan replantear de manera tan radical nuestra manera de vivir, de producir, de consumir… A menudo estas decisiones radicales son difíciles de tomar desde los partidos porque necesitan ser reelegidos. El sorteo sirve para resolver marrones de los Gobiernos para los que es difícil tomar decisiones.
El problema del cambio climático, por ejemplo, es tan grave que necesitamos añadir capas y esta capa de la ciudadanía es fundamental, porque ahora hay una separación entre todo lo que se ha producido de forma científica, la forma en la que se está gestionando desde la política y la ciudadanía. La asamblea ciudadana es un mecanismo esencial para abordar la crisis climática. Se ha visto muy bien en Francia, donde la Convención Ciudadana por el Clima ha generado un gran debate en la sociedad. Necesitamos estar todos en este barco y pensar colectivamente cómo afrontar este desafío.
El problema no son los políticos, las personas, sino el sistema de partidos, que fomenta esto. Primero porque el pensamiento político se crea dentro del partido, dentro de un grupo de personas que ya piensa como tú, con acceso a expertos que también piensan como tú. Y luego porque en el Parlamento la lógica de partidos hace que los debates estén hechos de antemano. Ahí no pasa nada, muchos políticos te lo dicen en privado. Es un desastre, no existe una deliberación, ni un debate de verdad.
Debatir es: yo te cuento algo y trato de convencerte, mientras la otra persona dice algo e intenta convencerme. Deliberar es que tenemos que dialogar para llegar a un acuerdo común.
Cuanto más se junta la gente con otros que piensan igual, más se polariza todo. El sorteo permite romper esto. Vivimos en silos, muy conectados con gente que piensa como nosotros: nuestros amigos, nuestra familia, nuestro entorno laboral, las redes sociales… y tenemos muy pocas oportunidades de hablar con personas que piensan diferente. Estas asambleas ciudadanas permiten llegar a posiciones mucho menos polarizadas. Hay dos grandes problemas ahora mismo en la política: la polarización y las fake news. El sorteo lucha contra la polarización por lo que acabo de decir y contra las fake news porque tienen un acceso directo al conocimiento, conocimiento científico y de la sociedad civil. Cuando decimos sorteo, esta es solo una parte de todo un mecanismo que tiene muchas piezas. Después del sorteo está la deliberación y luego está la rotación. Esto es muy importante porque con el sorteo siempre so mandatos cortos. En general son mandatos entre tres meses, un año, dos años como mucho. Y como son personas elegidas por sorteo, en principio no suelen tener vínculos con grupos de intereses, aunque también puede pasar. Pero es mucho más difícil que la corrupción pueda llegar a esas personas o que esas personas puedan tener la tentación de la corrupción.
Hay una crisis de confianza brutal en las instituciones y en la política, y esto lleva a pensar que lo que necesitamos son Gobiernos de expertos o líderes populistas. Nosotros pensamos que esa no es la vía. Hay que permitir que la ciudadanía participe en las grandes decisiones que tienen que ver con el futuro de la humanidad.
En la Atenas clásica el idiota era el que no se interesaba por la cosa pública y solo se interesaba por los intereses privados. Además, luego se ha producido una división en las tareas: unas personas se encargan de la acción política y los demás de otras cosas. Pero cada vez hay más gente que pone en cuestión esta división de tareas. Pensar en el mundo debería ser una tarea común.
Clemente Álvarez, entrevista a Arantxa Mendiharat: "La asamblea ciudadana es un mecanismo esencial para abordar la crisis climática", El País 12/10/2020
Comentaris