Política i bellesa (Byung-Chul Han).
by Magritte |
Lo que constituye la vida del político (bios politikos) es el hecho de actuar. Dicha vida no queda sometida al veredicto de la necesidad ni de la utilidad. Ni trabajar ni producir son un bios politikos: no se encuentran entre las formas de vida que son dignas de un hombre libre y en las que se manifiesta la libertad, pues se limitan a producir lo necesario para vivir y lo útil. No son acciones que se realicen por mor de ellas mismas. A causa de su falta de libertad y de que vienen determinadas desde fuera, no son bellas. Como para la convivencia humana se necesitan organizaciones sociales, estas no representan ninguna acción genuinamente política. Ni la necesidad ni la utilidad son categorías de lo bello. Como hombres libres, los políticos tienen que generar días bellos más allá de lo necesario para vivir y de lo útil. Actuar políticamente significa hacer que comience algo del todo nuevo.
Tanto en Platón como en Aristóteles, lo bello (to kalon) va mucho más allá de la sensación estética. La ética de Aristóteles de la felicidad (eudaimonia) es una ética de lo bello. También se aspira a la justicia a causa de su belleza. Platón incluye la justicia entre lo más bello (to kalliston). En la ética eudemonista, Aristóteles introduce el particular concepto de kalokagathia, lo bellamente bueno. Aquí, lo bueno se subordina a lo bello o se coloca tras él. Lo bueno culmina al resplandor de lo bello. La política ideal es la política de lo bello.
En la actualidad no es posible ninguna política de lo bello, pues la política actual queda sometida por completo a los imperativos sistemáticos. Apenas dispone de márgenes. La política de lo bello es una política de la libertad. La falta de alternativas, bajo cuyo yugo trabaja la política actual, hace imposible la acción genuinamente política. La política actual no actúa, sino que trabaja. La política tiene que ofrecer una alternativa, una opción real. De otro modo degenera en dictadura. El político, en cuanto que secuaz del sistema, no es un hombre libre en sentido aristotélico, sino un siervo.
Byung-Chul Han, La salvación de lo bello, Herder, Barna 2015
Comentaris