Identitat, diccionari Alain Badiou

 




Se puede decir que la identidad es un conjunto de rasgos, o características si se quiere, por los cuales un individuo o un grupo se reconoce o se identifica con él mismo. (…) Pero, ¿qué es ese sí mismo? (…) La identidad es aquello que se reconoce como el sí mismo pero el sí mismo no es más que la identidad.

Hay que precisar: se puede decir que el sí mismo, para un individuo o un grupo, es lo que no varía, lo que permite reconocerse en el tiempo, lo que permite afirmar que hay una duración de esta identidad, que no es algo que aparece y desaparece, sino que tiene cierta solidez, consistencia, estabilidad. Por tanto, una identidad es el conjunto de rasgos que permiten a un individuo o un grupo reconocerse como sí mismo, algo que no varí, aunque esto nunca es absoluto.

Para un artista o un escritor, se puede hablar de cierta invariabilidad de su estilo. El estilo es precisamente el nombre que utilizamos para designar lo que siempre es reconocible de un autor (…)

Si aceptamos lo anterior, podemos ver que la identidad, es decir, la invariabilidad, en realidad está doblemente referida a la diferencia. Por un lado, lo que es invariable (…) es lo que no se hace diferente (…), lo que más o menos permanece en el tiempo (identidad dinámica). Por otro lado, lo que es invariable es diferente al resto (…) Ahí podemos hablar de diferencia estática.

La dialéctica filosófica que hay detrás es la de lo Mismo y lo otro, como lo vio muy tempranamente Platón, en el comienzo de la filosofía, cuando comprendió que se podía pensar esta cuestión de la identidad y la universalidad a través de la dialéctica de lo Mismo y lo Otro.

El derecho a la diferencia es fundamentalmente un derecho a la identidad, un derecho a seguir siendo lo que se es, a desarrollar la propia identidad y no verse obligado a convertirse en algo diferente de lo que se es.

Identidad dinámica: la identidad no es algo cerrado, pero yo puedo reivindicar el derecho a cambiar, a producir o crear en el interior de esa identidad. (…) … eres algo, pero tienes que convertirte en ello: la identidad no es asunto de repetición, sino también constituyente. (…) Puedo crear un poema nunca visto, pero en el interior de una identidad.

Diferencia estática: tengo derecho a afirmar que no soy el otro. Un derecho negativo a marcar mi diferencia con respecto al otro.

Por tanto, en esta cuestión de la identidad hay un empleo doble de la diferencia, muy claro: uno dinámico y otro estático. Pero también un empleo afirmativo o negativo.

El uso afirmativo es en el que (la identidad) se muestra en su propia potencia. (La identidad) posee una potencia propia -de creación, de producción- y tiene derecho a mostrarse en su potencia propia.

El uso negativo es en el que (la identidad) prohíbe la corrupción que viene del contacto con el otro.

Una identidad es siempre una mezcla de ambas cosas, creación y purificación.

La creación significa afirmar la potencia de sí mismo y la purificación significa separar a sí mismo con el otro, de la corrupción que proviene de la contaminación con el otro.

Por tanto, ¿qué es un conservador? Alguien que subordina la creación a la purificación, alguien para quien lo más importante es conservar la identidad. Y se conserva la identidad separándola contantemente del otro, aunque no se cree nada nuevo, eso es secundario. Lo importante es conservar la identidad.

Alain Badiou, La potencia de lo abierto: Universalismo, diferencia e igualdad, Archipiélago 73-74, páginas 21-34, diciembre 2006

 

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