Com es deshumanitza a l'altre (Hannah Arendt).

Hannah Arendt, en su excelente obra Los orígenes del Totalitarismo advierte cómo los totalitarismos alcanzan su cometido: el primer paso para conseguir la dominación total es matar a la persona jurídica, lo que se logra colocando a ciertos individuos fuera del resguardo legal, así con la desnacionalización se obliga a la sociedad no totalitaria a reconocer su ilegalidad. Destruida la persona jurídica, se asesina a la persona moral y se procede a acabar con la individualidad.
Eso es lo que, en resumidas cuentas, el nazismo hizo con los judíos: quitarle su calidad de ciudadanos, apartarlos en guetos y luego, exterminarlos. Todo se efectuó bajo un marco legal que avalaba prácticas de segregación; así se dictaron leyes que les prohibieron ejercer determinados oficios, realizar ciertas actividades, desplazarse por algunos lugares. De a poco se fue naturalizando su exclusión, se les fue apartando, individualizándolos con un distintivo que los hacía visibles, encerrándolos en ciertos espacios, obligándolos a trabajar y, por último, matándolos.
Nadie lo quiso ver en su momento, siempre resultó más cómodo no darse por enterado, sin embargo, como señala , “la población se hallaba notablemente bien informada sobre los llamados secretos –las matanzas de judíos”, no obstante, seguían apoyando a Hitler. Ello, en gran medida, pues el nazismo había logrado matar cualquier solidaridad humana, salvo la lealtad que pudiera existir entre sus compatriotas. El totalitarismo había triunfado, convirtiendo a la población en masa inerme, había transformado a los hombres en superfluos, destruyendo lo que implica el respeto de la dignidad humana, es decir, el reconocimiento de los otros.
Actualmente la figura del inmigrante, en tanto conlleva una mirada racializada del Otro, se instituye como el nuevo enemigo imaginario de la patria. Ciertos extranjeros son las nuevas “amenazas”, individuos que desafían el razonamiento identitario y las costumbres de la nación, de manera que los discursos relativos a los desplazamientos no permiten más que subrayar las diferencias entre los “autóctonos” y los foráneos e impulsar políticas de exclusión. Si bien ahora los Estados, para “proteger” su seguridad, implementan otras modalidades de justificación, se mantiene la idea central de restringirle garantías al inmigrante al identificarlo con el enemigo. Lo cual no deja de ser peligroso, porque este tipo de estrategia ha servido para llevar a cabo una de las mayores aberraciones contra la humanidad como lo fue el Holocausto.
Martina Cociña Cholasky, Arendt, el reconocimiento del Otro y la inmigración: el peligro de naturalizar la exclusión, the clinic 16/10/2018

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