De la valentia política al escàndol cínic (Michel Foucault).
En un principio, dimos con el problema del coraje de la verdad bajo la
forma de lo que cabría llamar la osadía política, es decir: o bien el coraje
del demócrata o la valentía del cortesano, que dicen, sea en la asamblea en el
caso del demócrata, sea al príncipe en el caso del cortesano, algo distinto de
lo que piensan esa asamblea y ese príncipe. El político, si es valeroso,
arriesga la vida contra la opinión de ese príncipe o esa asamblea, y a favor de
la verdad. De manera muy esquemática, ésa es la estructura de lo que podríamos
denominar valentía política del decir veraz.
Nos hemos topado con una segunda forma de coraje de la verdad. Esta otra
forma ya no es la valentía política, sino lo que podríamos llamar ironía
socrática, una ironía consistente en hacer decir a la gente y hacerle reconocer
poco a poco que lo que dicen saber, lo que creen saber, en realidad no lo
saben. En este caso, la ironía socrática consiste en arriesgar, de parte de la
gente, la ira, la irritación, la venganza y hasta el enjuiciamiento, para llevarla,
a superar, a ocuparse de sí misma, de su alma y de la verdad. En el caso más
simple, el de la valentía política, se trataba de oponer a una opinión, a un
error, el coraje de decir la verdad. En el caso de la ironía socrática, se
trata de deslizar, dentro de un saber que ellos no saben que saben, cierta
forma de verdad que conducirá a los hombres a ocuparse de sí mismos.
Con el cinismo tenemos una tercera forma de coraje de la verdad (…) El
coraje cínico de la verdad consiste en lograr que los individuos condenen,
rechacen, menosprecien, insulten la manifestación misma de lo que admiten o
pretenden admitir en el plano de los principios. Se trata de hacer frente a su
ira presentándoles la imagen de aquello que, a la vez, ellos admiten y valoran
como idea y rechazan y desprecian en su vida misma. Eso es el escándalo cínico.
Luego de la valentía política, luego de la ironía socrática, tendríamos, si se
quiere, el escándalo cínico.
En los dos primeros casos, el coraje de la verdad consiste en arriesgar la
vida diciendo la verdad, arriesgar la vida para decir la verdad, arriesgar la
vida porque se la dice. En el caso del escándalo cínico –esto me parece
importante y merece retenerse-, se arriesga la vida, no simplemente al decir la
verdad y para decirla, sino por la manera misma como se vive. (…) Expone su
vida, no por sus discursos, sino por su vida misma.
En el escándalo cínico, la práctica cínica, planteó a la filosofía en la
Antigüedad, y también en el cristianismo y el mundo moderno, la cuestión
permanente, difícil, perpetuamente perturbadora, es la de la vida filosófica,
el bíos philosophikós. Si retomamos
el problema y el tema del cinismo a partir de la gran historia de la parrhesía y el decir veraz, podemos
decir que, mientras toda la filosofía va a tender más a plantear la cuestión
del decir veraz desde la perspectiva de las condiciones en que un enunciado puede
reconocerse como verdadero, el cinismo, por su parte, es la forma de filosofía
que no deja de hacer la pregunta. ¿cuál puede ser la forma de vida que sea tal
que practique el decir veraz? (245-246)
Clase del 14 de marzo de 1984. Primera
hora.
Michel Foucault, El coraje
de la verdad, Fondo de Cultura Económica, Buenos Aires 2010
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