Cornudos de infinito.
Louis-Ferdinand Celine |
Decididamente no adoramos
nada más divino que nuestro propio tufo. Nuestra desgracia consiste en que,
cueste lo que cueste, tenemos que ser Jean, Pierre o Gaston durante una serie
de años. Nuestro cuerpo, disfrazado de moléculas inquietas y vulgares, se
rebela constantemente contra la atroz farsa de durar. Nuestras moléculas, ¿qué
ricas!, quieren perderse lo más rápidamente posible en el universo. Sufren de
pertenecernos exclusivamente a "nosotros", cornudos de infinito. Si
tuviésemos valor suficiente estallaríamos; nos limitamos a fracasar un día a
otro. Nuestra querida tortura está encerrada ahí, en nuestra misma piel, con
nuestro orgullo.
L. F. Celine, Viaje
al fin de la noche
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