L'úter, espai biopolític d'excepció.


 aborto

Encerrados en la ficción individualista neoliberal, vivimos con la ingenua sensación de que nuestro cuerpo nos pertenece, de que es nuestra propiedad más íntima. Sin embargo, la gestión de la mayor parte de nuestros órganos está a cargo de diferentes instancias gubernamentales o económicas. De todos los órganos del cuerpo, el útero ha sido sin duda aquel que históricamente ha sido objeto de una mayor expropiación política y económica. Cavidad potencialmente gestacional, el útero no es un órgano privado, sino un espacio biopolítico de excepción, al que no se aplican las normas que regulan el resto de nuestras cavidades anatómicas. Como espacio de excepción, el útero se parece más al campo de refugiados o a la prisión, que al hígado o al pulmón.


El cuerpo de las mujeres contiene dentro de sí un espacio público, por cuya jurisdicción se disputan no sólo los poderes religiosos y políticos, sino también las industrias médicas, farmacéuticas y agroalimentarias. De ahí que, como bien señala la historiadora Joan Scott las mujeres hayan estado durante largo tiempo en una situación de “ciudadanía paradójica”: si como cuerpos humanos pertenecen a la comunidad democrática de ciudadanos libres, como cuerpos con úteros potencialmente gestantes, pierden su autonomía y pasan a ser objeto de una intensa vigilancia y tutela política. Cada mujer lleva dentro de sí un laboratorio del Estado-Nación de cuya gestión depende la pureza de la etnia nacional. Durante los últimos cuarenta años, el feminismo ha llevado a cabo en Occidente un proceso de descolonización del útero. Pero la actualidad española nos muestra que este proceso no sólo está inacabado, sino que es frágil y fácilmente revocable.

El pasado 20 de diciembre, el gobierno de Mariano Rajoy aprobaba en España el Anteproyecto para la nueva ley del aborto que será, junto con la irlandesa, la más restrictiva de toda Europa. La nueva ley de “Protección de la Vida del Concebido y de los Derechos de la Mujer Embarazada” contempla únicamente dos supuestos de aborto legal: el riesgo para la salud física o psíquica de la madre (con un plazo de 22 semanas) o violación (con un plazo de 12 semanas). Además, el riesgo de la madre deberá ser acreditado por un médico y un psiquiatra independientes y deberá ser objeto de un proceso colectivo de deliberación. El Anteproyecto ha suscitado no sólo la indignación de los grupos de izquierda y feministas, sino también la oposición del colectivo de psiquiatras que se niegan a participar en este proceso de vigilancia y patologización de las mujeres embarazadas que restringe su derecho a decidir por sí mismas.

¿Cómo explicar esta iniciativa del gobierno de Rajoy? Las políticas del útero, como la censura o la restricción de la libertad de manifestación, son un buen detector de las derivas nacionalistas y totalitarias. En un contexto de crisis económica y política del Estado español, frente a la reorganización del territorio y de “anatomía” nacional (pensemos en el proceso abierto de secesión de Cataluña, pero también en el actual descrédito de la monarquía y en la corrupción de las élites dirigentes) el gobierno busca recuperar el útero como lugar biopolítico en el que fabricar de nuevo la soberanía nacional. Sueñan que poseyendo el útero podrán mantener las viejas fronteras del Estado-Nación en descomposición. Este Anteproyecto de Ley es también una respuesta a la legalización del matrimonio homosexual que tuvo lugar durante el mandato del precedente gobierno socialista y que, a pesar de intentos recurrentes del PP, el Tribunal Constitucional no ha aceptado derogar. Frente a la puesta en cuestión del modelo de familia heterosexual, el gobierno de Rajoy, próximo del grupo integrista católico Opus Dei, pretende ahora ocupar el cuerpo femenino como último lugar en el que se juega no sólo la reproducción nacional, sino también la hegemonía masculina.

Si la historia biopolítica pudiera ser narrada cinematográficamente diríamos que la película que nos prepara el PP es un febril porno-gore en el que el presidente Rajoy y su ministro de justicia Ruiz Gallardón plantan una bandera de España en todos y cada uno de los úteros del Estado-Nación. Este es el mensaje que envía el gobierno de Rajoy a todas las mujeres del país: tu útero es territorio del Estado español, coto y fermento de la soberanía nacionalcatólica. Sólo existes como Madre. Abre las piernas, sé tierra de inseminación, reproduce España. Si la ley que pretende implantar el PP se hiciera efectiva, las españolas se despertarían con el Consejo de Ministros y con la conferencia episcopal dentro de sus endometrios.

Como cuerpo nacido con útero, cierro las piernas al nacionalcatolicismo. Les digo a Rajoy y Rouco Varela que no pondrán un pie en mi útero: ni he gestado, ni nunca gestaré al servicio de la política españolista. Desde esta modesta tribuna, invito a todos los cuerpos a hacer huelga de útero. Afirmémosnos como ciudadanas totales, no como úteros reproductivos. No sólo a través de la abstinencia y la homosexualidad, sino también de la masturbación, de la sodomía, del fetichismo, de la coprofagia, de la zoofilia… y del aborto. No dejemos que penetre en nuestros úteros ni una sola gota de esperma nacionalcatólico. No gestemos para las cuentas del PP, ni para las parroquias de la Conferencia Episcopal. Hagamos esta huelga como haríamos el más matriótico de los gestos: para acabar con la ficción nacional y empezar a imaginar una comunidad de vida post-Estado-nacional, que no tenga como condición de posibilidad la violencia y la expropiación del útero. 

Beatriz Preciado, Huelga de úteros, Números Rojos. Público, 29/01/2014

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