La prueba de fuego para la ética, creo, son los egoísmos de grupo. Pues en las distancias cortas, con la gente de nuestros endogrupos, somos naturalmente morales: nuestra evolución biológica como simios supersociales nos ha dotado de excelentes capacidades para convivir, cooperar, resolver conflictos y cuidar de la gente cercana. El problema se plantea cuando hemos de ir más allá de esta moral de proximidad, que es “tribal” en un sentido amplio. (Pues, como animales simbólicos que también somos, podemos ir ampliando esos grupos pequeños de densa interacción cara a cara: pasamos así al clan, la nación, el Estado-nación, el grupo sexual -los varones en el patriarcado-, la clase social -propietarios y rentistas en el capitalismo-, la Unión Europea…) La prueba de fuego, decía, son los egoísmos de grupo. ¿Nos decidimos de verdad a ir más allá de las morales tribales? Ésta es la pregunta por una moral de larga distancia, 1 que se vuelve perentoria a medida que progresan nuestras capacidades...