Suposició de la maldat.






Nuestros oponentes no son ignorantes ni tontos, pero han vuelto la espalda deliberadamente a la verdad, son malos. Esta suposición tiene una vieja relación con la religión. Pero es muy común en el mundo de la política. Tendemos a confundir nuestros modelos de la realidad con la realidad misma. De hecho, de los que no piensan como nosotros decimos que no están en el mundo real, cuando lo que queremos decir es que no habitan nuestro modelo del mundo, que no comparten nuestra visión de cómo son las cosas. Pero, al errar en ver el mundo como lo vemos nosotros, están en realidad minando su realidad y amenazándolo con su destrucción. Y nosotros, lógicamente, suponemos la misma amenaza para ellos. Implícita o explícitamente, estamos negando que ellos posean las mismas facultades intelectuales y morales que nosotros tenemos y negando el valor y el significado de sus experiencias de la vida. No se nos oculta el peligro potencial de esta última suposición y el riesgo de violencia que puede engendrar. Si los adversarios son unos depravados y unos malvados, caemos en una cuesta resbaladiza que nos puede llevar a excluirlos de nuestro círculo moral y, por lo tanto, a no aplicarles los mismos derechos que aplicamos a los miembros de nuestro grupo: a los que piensan como nosotros.

Pablo Malo, Las tres suposiciones del error, Evolución y Neurociencias 04/05/2014

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