Suposició de la ignorància.

 



Dado que pensamos que nuestras creencias se basan en hechos concluimos que la gente que no está de acuerdo con nosotros simplemente no ha sido expuesta a la información adecuada, y que si les exponemos a ella, automáticamente, se van a pasar a nuestro bando. Esta suposición está extraordinariamente extendida, los religiosos evangelistas, los activistas políticos, y los Gobiernos, por citar sólo algunos, tienen la convicción de que puedes cambiar las creencias de la gente educándoles sobre los asuntos que sea. Pero esta suposición es muy ingenua. La ignorancia no es, la mayoría de las veces, un vacío que hay que rellenar sino un muro mantenido activamente, la mayoría de las veces por mecanismos inconscientes (hablo del nuevo inconsciente, no del de Freud). También podría ser que, una vez examinados los hechos, contradigan nuestras creencias , no las del adversario, o que los hechos sean los suficientemente ambiguos para admitir múltiples interpretaciones. Pero ignoramos esas otras posibilidades. Cuando otra gente rechaza nuestras creencias es que les falta buena información. Cuando nosotros rechazamos sus creencias, por supuesto, es en base a buena información y a un buen juicio.

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