Més desenvolupament tecnològic, més probabilitat d'autodestrucció.
El radioastrónomo Frank Drake (colaborador estrecho de Carl Sagan, que también fue un gran activista antinuclear) enunció una célebre ecuación para calcular la probabilidad de encontrar civilizaciones avanzadas en el Universo. Uno de los factores que tiene en cuenta es, precisamente, si esas supuestas civilizaciones extraterrestres a descubrir han generado una tecnología lo suficientemente desarrollada como para crear armas nucleares, es decir, para autodestruirse. Contra lo que podría parecer, una tecnología muy desarrollada no garantiza mayor supervivencia o bienestar, sino una mayor probabilidad de destrucción. La Paradoja de Fermi (propuesta por el físico Enrico Fermi, participante de la construcción de la bomba) se extraña de que no veamos a más civilizaciones avanzadas en el Universo: su respuesta es que estas civilizaciones tienden a autodestruirse en guerras nucleares si superan lo que Sagan llamó la “adolescencia tecnológica”. En la Guerra Fría se acuñó el concepto de overkill: la posibilidad por parte de las grandes potencias de eliminar al enemigo, o a la humanidad entera, varias veces. Esa posibilidad tan bruta permanece.
“Ahora me he convertido en la muerte, el destructor de mundos”. Fueron las épicas palabras del texto sagrado hindú, Baghavad Gita, que le vinieron a la cabeza al físico Robert Oppenheimer cuando presenció, en 1945, la explosión de la primera bomba atómica, cuya construcción él había liderado, en una prueba en el desierto. La bomba atómica tiene esa mística: el relato de una fuerza fundamental de la naturaleza que ha sido desatada por el ser humano, que, como Prometeo robando el fuego, enciende la furia de los dioses. El final de la especie más soberbia del Universo conocido aniquilada por una tecnología creada por ella misma, víctima de su propia desmesura. Bien mirado, no es la peor manera de que todo esto acabe, al menos encierra algunas trazas de poesía perversa. Con razón se utiliza con frecuencia la hipnótica imagen del hongo atómico como símbolo del final de los finales.
Sergio C. Fanjul, El miedo a la bomba, Retina
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