Identitats i mercat.
Las identidades digitales que promueven son lucrativas: quieren hacer dinero. Su mensaje es que cada cual consuma en su nicho particular un “estilo de vida”. Y que lo común sea el consumismo. La diversidad, por tanto, se trata con falsa tolerancia; y, en el fondo, manifiesta indiferencia.
“Cada uno tiene derecho a ser, mostrarse y comportarse como quiera; mientras deje al resto hacer lo mismo”. Prescindimos de conocer al “otro”, su contexto y motivaciones. Ni siquiera cuestionamos si es real o ficticio. De hecho, creemos que representa un papel. Y la valoración puede pasar de positiva a negativa en un santiamén. Los homosexuales acaban con la familia, los campesinos retrasan el progreso, los migrantes desplazan a los trabajadores nacionales, la prostitución es una forma de explotación degradante…
La McTele y las redes abordan la desigualdad entre las identidades contemporáneas con el discurso de la corrección política. Es superficial, porque permite pasar por encima y no incomoda a nadie. Se trata de alcanzar al mayor número de usuarios. La corrección política, además, reproduce la desigualdad. Los conflictos identitarios se plantean como escándalos culturales. Basta nombrar las problemas de otro modo para solventarlos, sin necesidad de afrontar sus causas económicas y políticas.
Los problemas sociales, abordados así, son responsabilidad individual de quien los sufre. Se tratan con tolerancia epidérmica. Hablamos de ellos sin mojarnos; en realidad, con desinterés. No necesitamos proteger o dar recursos a los más desfavorecidos. Suficiente con dejarles que se expresen en su jerga particular y que se busquen la vida por su cuenta. Cada grupo por su lado, indiferentes e irreconciliables. Son mercados distintos y, si son opuestos, se retroalimentan al enfrentarlos.
Víctor Sampedro, El mercado de las identidades, Público 21/09/2018
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