La postpolítica no és populisme, és molt més.

Resultat d'imatges de postpolítica

Una vez más -y ya van tres después del Brexit y del 'No' colombiano a los acuerdos de paz- no aciertan las encuestas, no aciertan los análisis, el electorado se rebela contra la seguridad de los vaticinios en una especie de mofa de los descontentos. Se pone en marcha una espiral de silencio que hace cómplices a todos los que ocultan su voto. Tiembla el sistema y eso es precisamente lo que se busca. El mensaje que sea capaz de conectar con ese poder colectivo para virar el destino de la política, se lleva la victoria. No es ni siquiera populismo, es postpolítica. Se trata de multitudes no organizadas pero autoconvocadas en el voto , difíciles de encasillar. No se trata de las mujeres, ni de los jóvenes, ni de los hispanos, ni de los de derechas ni de los de izquierda. Las brechas son otras: el norte y el sur, los perdedores y los ganadores, los reaccionarios y los globalizados, los apocalípticos y los integrados. No sirven los ejes, ni los esquemas analíticos que manejan los partidos. Es posible que tampoco sirvan los partidos.

El paradigma de lo líquido, de lo transversal, se impone y no lo estamos tomando en cuenta. Ya no podemos dominar esa realidad. Sólo podemos gestionar la percepción de esa realidad. Entiéndanlo los analistas, los partidos, los periodistas. Todo esto es la postpolítica, la que nace del descontento y de la rebeldía de los electorados encasillados y previsibles, la que obliga a los partidos a reinventarse. Lo primero que deben hacer es orientarse definitivamente a los votantes y no a los programas y a los candidatos. Tienen que comprender las nuevas agregaciones de votantes en torno a nuevas ideas. Hemos escuchado una y otra vez sobre “el voto hispano” o “el voto femenino” sin comprender que ese no es un solo voto homogéneo y disciplinado.

La postpolítica nace, crece y se reproduce en las emociones lo que hace que movilice más el miedo, la indignación, la ilusión por el cambio,… que la postura sobre los impuestos o la preparación técnica para un debate de campaña. Hoy es así. Trump no los prepara, no respeta la estrategia de campaña, se equivoca, miente, insulta, es un mal candidato dentro de los cánones de lo que es la comunicación política clásica. En la postpolítica la comunicación se centra en el fuerte relato épico, en las emociones conectivas, en lo antipolítico, en la comprensión del poder de la colectividad cuando expresa su opinión. No es populismo, es mucho más.

Imma Aguilar Nácher, El voto a la "contra" o la era de la postpolítica, el diario.es 09/11/2016

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