El Leviatan a Catalunya.
«O la Constitución controla cualquier acto legislativo contrario a ella, o el legislador puede alterar la Constitución por un acto ordinario. Entre estas alternativas no hay término medio. O la Constitución es la ley suprema inmutable por actos ordinarios, o está al nivel de los actos legislativos ordinarios y, al igual que otros actos, es alterable cuando el legislador quiera alterarla. Si la primera parte de la alternativa es verdadera, entonces el acto legislativo contrario a la Constitución no es ley. Si la última parte es verdadera, entonces las Constituciones escritas son intentos absurdos por parte del pueblo de limitar un poder en su propia naturaleza ilimitado». Si esto es así, no cabe duda de que la iniciativa legislativa del Parlament destruye la Constitución española y nos devuelve al estado de naturaleza hobbesiano de los poderes ilimitados.
En realidad, Cataluña está en ese estado en estos momentos, pues cuando hay dos leyes no hay ninguna. Esto se ha visto cuando se ha consumado la mayor violación de derechos que se puede dar en un Estado civilizado, que es cerrar el Parlament. Con ello debería cerrar también el Govern. Este acto, el más grave atentado a la democracia que se ha producido nunca en España desde 1978, ha pasado desapercibido ante la opinión pública, de forma bastante coherente con nuestro mínimo espíritu democrático. Sin embargo, consuma el momento hobessiano en Cataluña. Pues impide que se haga visible la pluralidad de la sociedad catalana, con lo que esta queda reducida al Govern, que a su vez ya solo puede recurrir de forma directa al «pueblo», la parte politizada y movilizada compacta y sin fisuras de la sociedad catalana. De ese modo, se pone en marcha el Leviatán total.
En realidad, tras estas abstracciones sabemos que hay realidades materiales: ANC y Ómnium sustituyen al Parlament en la relación con el Govern. En realidad, al repartir las papeletas, son el Govern de Cataluña. Carme Forcadell deja su sillón presidencial del Parlament para ponerse al frente de la manifestación. Los demás diputados son silenciados. Ambos movimientos entregan las masas que forman el cuerpo del gran Leviatán. Ellos son el pueblo catalán. En esa reducción no ven violencia, porque ellos son los únicos visibles. Esa es la base del cinismo. Carl Schmitt pondría matrícula de honor a la ANC. Quien de la parte de acá del Ebro colabore a ese momento hobbesiano, e intente usarlo de palanca para hacer lo que por su error exclusivo no se logró en 2015, estará equivocándose una vez más. En Zaragoza lo ha dicho ERC: «Nosotros somos una revolución en marcha».
José Luis Villacañas, Momento hobbesiano, Levante 26/09/2017
http://www.levante-emv.com/opinion/2017/09/26/momento-hobbesiano/1619878.html
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