La tesi Duhem-Quine (II).
En una anotación anterior, Provisional y perfectible, introdujimos el concepto de hipótesis auxiliar. Recordemos un párrafo relevante:
Estas hipótesis no expresadas explícitamente se suelen llamar hipótesis auxiliares y son cruciales en cualquier caso de razonamiento disconfirmatorio. Tanto es así que, en cualquier situación en la que se usa una teoría para hacer una predicción que resulta ser incorrecta, es posible (de hecho muy probable, como demuestran todos los días los laboratorios de prácticas) que la hipótesis principal esté perfectamente bien y que lo que fallen sean algunas de las hipótesis auxiliares.
Por lo tanto, cuando un resultado experimental arroja un valor que
parece contradecir nuestra hipótesis principal lo que termina ocurriendo
probablemente es que se rechace alguna de las hipótesis auxiliares.
Dado el papel que juegan las hipótesis auxiliares, cuando realizamos
un experimento, supuestamente para probar una hipótesis concreta, no
estamos realmente comprobando sólo esa hipótesis individual. Por el
contrario, en un sentido que es importante, estoy comprobando la
hipótesis principal junto con las hipótesis auxiliares. Es decir,
que lo que habitualmente comprobamos es un cuerpo de afirmaciones, cada
una de las cuales puede ser rechazada o modificada en función de las
pruebas disconfirmatorias.
Y este es uno de los elementos principales de la tesis de Duhem-Quine, a saber, que una hipótesis no puede ser comprobada aisladamente;
lo que se comprueba siempre es un grupo completo de hipótesis, en el
que cualquiera de ellas es rechazable o modificable si los resultados
experimentales no son los que se esperan. A esto es a los que referíamos
en la introducción
a esta serie cuando hablábamos de que nuestras creencias se enfrentan
al “tribunal de la experiencia” (esta expresión es de Quine) no una a
una, en solitario, sino como parte de un cuerpo.
Este aspecto de la tesis de Duhem-Quine está íntimamente ligado al
concepto de cosmovisión. Quine solía referirse a las colecciones de
creencias (al fin y a la postre una cosmovisión es un conjunto de
creencias que se soportan unas a otras, siendo unas más importantes, o
centrales, que otras) como “redes de creencias”, haciendo una analogía
con las telas de araña. En una tela de araña los cambios en las partes
exteriores afectan a las partes centrales muy limitadamente. De la misma
forma, las creencias en la parte externa de la red de creencias pueden
ser modificadas sólo con alteraciones menores de creencias más centrales
(recordemos
que las observaciones de Galileo por sí mismas alteraban algunos
aspectos de la visión del universo ptolemaica y que, sin embargo, el
geocentrismo podía salvarse). Por el contrario, los cambios en las
partes centrales de la red causarán daños en toda la red y,
análogamente, los cambios en las creencias centrales causarán cambios en
toda la red de creencias.
Duhem y Quine no siempre están de acuerdo. Una de las fuentes de
desacuerdo es el tamaño del cuerpo de creencias. Porque, ¿qué tamaño
tiene el cuerpo de creencias? Es decir, cuando pretendo comprobar una
hipótesis con un experimento, ¿de cuántas hipótesis adicionales estoy
hablando?¿Estoy comprobando sólo un subconjunto muy concreto de todas
las que existen o, más radicalmente, estoy comprobando toda nuestra cosmovisión? No hay respuestas claras a estas preguntas por parte de Duhem y Quine, sobre todo de este último.
Quine defiende a veces la tesis radical: es toda nuestra red de
creencias, toda nuestra cosmovisión, la que pasa el tribunal de la
experiencia; ninguna creencia, por central que sea está libre de
revisión (esto incluye para Quine las matemáticas y la lógica, siendo él
mismo un lógico-matemático). Duhem, sin embargo, afirma que si bien los
experimentos pueden poner a prueba números grandes de hipótesis, en
ningún caso es nuestra cosmovisión completa ya que, al menos, la lógica y
la matemática quedarían fuera.
César Tomé, La tesis Duhem-Quine(II): El tribunal de la experiencia, Cuaderno de Cultura Científica, 19/11/2013
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