La tesi Duhem-Quine (I)
De vez en cuando uno se encuentra con profesores universitarios de
ciencias que, si bien puede que tengan un amplio conocimiento de la
materia objeto de su especialidad, no tienen reparo en defender en
público, incluso con vehemencia, posiciones de filosofía de la ciencia
de una inocencia y candidez que serían risibles si no rayasen lo
patético.
Habitualmente la tesis preferida para la defensa a ultranza es el falsacionismo naif, esto es, la idea de que las teorías científicas son falsables (cosa que los lectores de esta sección del Cuaderno
a estas alturas ya deberían, por lo menos, dudar) y sus consecuencias
inmediatas en esta línea de pensamiento, a saber, que sólo las teorías
científicas son falsables y que, si una teoría es falsable, es
científica (quizás debamos recordar que la falsabilidad no es un atributo de las teorías, sino una actitud).
Se hace pues necesario no retrasar más la introducción de una tesis
que no por antigua es más conocida entre los profesionales de la ciencia
y que todos ellos, así como el público en general, deberían tener en
mente a la hora de considerar la posible trascendencia de un resultado
científico. Me refiero a la tesis de Duhem-Quine.
Pierre Duhem
fue un físico de finales del siglo XIX y principios del XX (murió en
1916) dedicado especialmente a la termodinámica (a los que hayan
estudiado química física les sonará por la relación de Gibbs-Duhem y la
ecuación de Duhem-Margules), pero que tenía intereses mucho más amplios,
especialmente en historia y filosofía de la ciencia. Por su parte, Williard van Orman Quine
fue uno de los filósofos más conocidos del siglo XX (falleció 6 días
antes que el siglo), a la par que matemático especializado en lógica y
teoría de conjuntos (este detalle es interesante, como veremos más
adelante), con un especial interés en la epistemología y la filosofía de
la ciencia asociada.
La tesis de Duhem-Quine se puede condensar en tres ideas (chocantes y contraintuitivas para muchos):
-
Nuestras creencias se enfrentan al “tribunal de la experiencia” (esta
expresión es de Quine) no una a una, en solitario, sino como parte de
un cuerpo.
-
No pueden existir normalmente “experimentos cruciales” para decidir cuál de dos teorías competidoras es correcta.
-
Los datos disponibles no suelen seleccionar una única teoría como la
correcta (es lo que se conoce como subdeterminación de las teorías).
Quien haya leído nuestra serie Galileo vs. Iglesia Católica redux encontrará que estas ideas son las que subyacen a toda la exposición.
En próximas entregas analizaremos con algo de detalle cada una de
estas ideas, además de sus implicaciones para “el” método científico. No
nos sustraeremos a la oportunidad de cerrar la serie explicando por qué
la falsación no es la característica central de la ciencia.
I IntroducciónII El tribunal de la experienciaIII El experimento crucial que nunca existióIV La subdeterminación de las teoríasV Los métodos de la cienciaVI La falsación ya no es lo que era
César Tomé, La tesis Duhem-Quine (I). Introducción, Cuaderno de Cultura Científica, 12/11/2013
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