El déu d'Einstein.




Como tantos otros científicos relevantes en la historia de Occidente, Einstein no creía en un dios antropomorfo, personal o individual, como ocurría también en el caso de Spinoza. De hecho, el panteísmo de ambos es una manera de rechazar las creencias antropomorfas propias de colectivos infantilizados que proyectan en el ámbito de lo divino sus anhelos y construyen una realidad paralela en el plano de lo sagrado. Se trataría, como señaló también Feuerbach, de un constructivismo religioso: elaboramos nuestra representación de lo divino a partir de los fenómenos de la naturaleza. Un dios humanizado, con grandes barbas y pasiones humanas, no tendría ningún sentido tanto para Spinoza como para Einstein.

Ya Jenófanes en el siglo IV a. C dijo: «Chatos, negros: así ven los etíopes a sus dioses. De ojos azules y rubios: así ven a sus dioses los tracios. Pero si los bueyes y los caballos y leones tuvieran manos, manos como las personas, para dibujar, para pintar, para crear una obra de arte, entonces los caballos pintarían a los dioses semejantes a los caballos, los bueyes semejantes a bueyes, y a partir de sus figuras crearían las formas de los cuerpos divinos según su propia imagen: cada uno según la suya».

Es por ello que un dios real (racional) jamás podría atenerse a un paradigma antropomorfo, y es por eso que tanto Spinoza como Einstein, dos referentes racionalistas –aunque creyentes–, adoptaron el modelo panteísta como más aceptable en términos de pensamiento. Esto se traduce en el hecho de que un dios pasional y caprichoso, inestable, no representa aquella realidad con la que se topa el científico, a la busca de leyes estables e inmutables que habrían sido las mismas desde origen de los tiempos como fruto de esa natura naturans. Sería, así, un ente despersonalizado, creador y contenedor de todo lo real, ese concepto de naturaleza que tanto el tiempo de Spinoza como el de Einstein (o el nuestro) defienden.

Iñaki Domínguez, El Dios de Spinoza, ¿el Dios de Einstein?, ethic.es 08/09/2022


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