Rics amb consciència social.






Hoy en día, los que están por encima de cualquier valoración son, naturalmente, las grandes corporaciones vinculadas a agencias gubernamentales: ellas ejemplifican la privatización de nuestros bienes comunes. Resulta emblemática la figura de Elon Musk: pertenece al mismo grupo que Bill Gates, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg, etcétera, todos ellos multimillonarios «con conciencia social». Representa el capital global en su aspecto más seductor y «progresista» o, dicho de otra manera, más peligroso. A Musk le gusta advertir de las amenazas que las nuevas tecnologías plantean a la dignidad y la libertad humana, cosas que, por supuesto, no le impiden invertir en una empresa de interfaz cerebro-computadora llamada Neuralink, centrada en crear dispositivos que se pueden implantar en el cerebro humano, con el propósito final de ayudar a los seres humanos a fusionarse con el software y estar al día de los avances de la inteligencia artificial. Estos avances podrían mejorar la memoria o posibilitar una interfaz más directa con los dispositivos de ordenador: «Creo que con el tiempo veremos una fusión más directa entre la inteligencia biológica y la inteligencia digital». Toda innovación tecnológica siempre se presenta así, recalcando sus ventajas para la salud o para la humanidad, para que no veamos sus implicaciones y consecuencias más o menos siniestras: ¿podemos llegar a imaginar qué nuevas formas de control contiene este así llamado «lazo neuronal»? Por eso, resulta absolutamente imprescindible mantenerlo fuera del capital privado y del poder estatal y que sea totalmente accesible al debate público.

Slavoj Zizek, Como un ladrón en pleno día, elmundo.es 11/01/2021

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