Chomsky i l'interès per la lingüística.



En su obra, Chomsky anima a sorprenderse con (y hacerse preguntas sobre) lo más simple y obvio de la realidad, ya que es entonces cuando empieza la ­ciencia. En el estudio del lenguaje, no obstante, rara vez sucede eso. He dado clase a alumnos en los ­primeros años de universidad durante mucho tiempo y su respuesta ante este planteamiento ha ido desde la perplejidad hasta la indignación. Hay muchos hechos “simples y obvios” en el lenguaje, a los que no damos importancia. Un ejemplo trivial: en español, el sujeto concuerda con el verbo en número y persona. No es normal preguntar por qué. Al fin y al cabo, ¿para qué querríamos saberlo? ¿Qué tiene de interesante? Simplemente sucede. Ciertamente: sucede. Como sucede que caen las manzanas de los árboles (y ­Newton decidió sorprenderse al verlo). En el colegio nos limitábamos a memorizar esas observaciones y a aplicarlas usando el tipo de análisis mecánico que critica Chomsky. Sin embargo, esa concordancia no se da en chino y en vasco afecta también a los objetos: luego algo hay que pasa aquí pero no allá, y deberíamos explicarlo.

Ángel J. Gallego, El pensador que no duerme, Babelia. El País 09/03/2018

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