La retòrica és l'art d'escoltar.
... oír es una parte tan importante de la retórica como hablar, y escuchar no solo es algo que afecte al público sino también al que habla. El filósofo definió la retórica como “el arte de escuchar”. (...)
... ¿qué nos hará falta para redirigir nuestra política hacia el camino de la reconciliación? La humildad para tratar a todos, incluso a los oponentes políticos, como si valiera la pena escucharlos.
El reconocimiento de que el único tipo de lenguaje público que puede unir a una sociedad es uno que combine el respeto por la evidencia y la argumentación racional con la empatía genuina.
La determinación, no para llegar a un acuerdo mutuo sino para interactuar con aquellos que no están de acuerdo con uno y para seguir desarrollando la argumentación sin importar cuánto cueste hasta convencer a tu interlocutor.
La resistencia implacable ante toda forma de censura, oficial o no, y un compromiso para no alentar la intolerancia y el odio de manera clandestina sino confrontarlos y argumentar en su contra en público.
Y, finalmente, el valor para asegurarnos de que los hechos sean escuchados. En gran parte del mundo, los gobiernos y otros poderes fácticos ocultan los hechos reales y promueven su versión alternativa de la realidad. Ahora hay fuerzas poderosas en nuestros propios países que quieren hacer lo mismo.
Pero no se puede reconstruir nada, mucho menos un lenguaje público sano, basándonos en mentiras, medias verdades y teorías de la conspiración. Ha llegado la hora de que todos nosotros defendamos los hechos. Eso incluye a The New York Times y al resto de los medios responsables, pero también a los lectores.
El periodismo que se toma en serio la búsqueda de hechos es caro. Si lo valora, ayude a pagarlo suscribiéndose a un diario o revista, impresos o digitales. Pida a los políticos que ha elegido que consideren y apoyen a los diarios en los que usted confía para conocer la verdad.
Y tenga en cuenta las lecciones de Carlomagno. Enseñe a sus hijos a escuchar, a saber cuándo alguien está tratando de manipularlos, a distinguir los buenos argumentos de los malos, a pelear desde su trinchera con claridad y honestidad. En otras palabras, enséñeles retórica.
Mark Thompson, El lenguaje de la política, Letras Libres 17/04/2017
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