Elogi de l'oblid.
.. yo no creo en la memoria colectiva. De hecho, pienso que no existe. Existen narrativas, más o menos contestadas, basadas en la historia. Pero, en primer lugar, no se trata propiamente de memoria. La única memoria es la memoria individual. Y ni siquiera ella resulta muy fiable. Nosotros tres no recordamos la guerra civil española; hablar de “nuestro” recuerdo de la Guerra Civil es una tontería. Lo que tenemos son opiniones, más o menos fundadas, sobre la Guerra Civil, como las tenemos de nuestros propios recuerdos, de las lecturas que hemos hecho, de las películas que hemos visto, de las cosas que nos han ocurrido. Pero nada de todo eso es la historia. Para empezar, pues, la memoria histórica, en cuanto tal, es una falacia. Existen, sin duda, narrativas, mitos, pensamientos sobre la historia… Eso es obvio, pero poco más. Por mi parte, estudié Historia en la universidad, creo conocer un poco el problema al que me refiero, el de la historia de la Historia, por así decirlo, y me consta que, como los artistas, los historiadores han servido al poder; me consta asimismo que, tratándose de la historia, la objetividad no existe, es otra utopía, de modo que la única historia que para mí tiene valor, que tiene interés, es una historia crítica. Ahora bien, me parece que la historia crítica es completamente inconciliable con lo que entendemos por memoria colectiva. La historia crítica sirve para poner en relevancia la complejidad del pasado, y sirve además para “alejarnos” de ese pasado.
En mi libro cito a una escritora inglesa que comienza la más conocida de sus novelas con la frase: “El pasado es otro país. Las cosas se hacen allí de una manera completamente diferente”. La tarea del historiador no es otra que poner de manifiesto la extrañeza de ese país, haciéndolo inaceptable para quienes pretenden instalarse en él. El pasado no es un prólogo del presente. Los seres humanos que nos preceden no son un prólogo de nosotros mismos, como nosotros mismos no somos el prólogo de quienes nos sucederán. Para mí, la memoria colectiva es un uso –mejor o peor, eso depende– que se hace del pasado en función de los fines del presente. Recordar a los norteamericanos el genocidio de los pueblos indígenas, por ejemplo, o celebrar, como hacen actualmente los chinos, el orgullo de la nación, no es propiamente historia. Es un uso más o menos legítimo –eso no me corresponde decirlo a mí– de la historia, pero no es la historia. Es en eso en lo que yo insisto.
Ignacio Echevarría y Guillem Martínez, entrevistan a David Rieff: "No puedo disculparme porque haya personas de derechas que se hayan servido de mi libro", ctxt 14/04/2017
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