11 d'octubre, Dia Internacional de la Nena.

Invertir en las niñas es hacer lo correcto y lo inteligente

Cada tres segundos una niña en el mundo es obligada a casarse antes de haber cumplido los 18, la de edad en que se las considera adultas, según la Convención de los Derechos del Niño. Casi una de cada cuatro adolescentes de entre 15 y 19 años del planeta —70 millones— han sido víctimas de violencia física; cada diez minutos, muere una por ello. En los países en desarrollo, la principal causa de fallecimiento de chicas son las complicaciones derivadas del embarazo y el parto: 50.000 pierden la vida cada año. Unos 140 millones de pequeñas y mujeres han sufrido mutilación genital femenina, un número que aumenta en dos millones cada año... Todos estos datos son solo un puñado de los muchos recogidos en el informe Estado Mundial de las Niñas 2014 de Plan Internacional basado en información de la ONU, que describe la condena que representa nacer mujer aún hoy, en pleno siglo XXI.

"Estas cifras indican que existe una mentalidad que tolera, perpetúa e incluso justifica la violencia. Y deben servir de alarma para todos en todas partes". Lo dice Geeta Rao Gupta, directora adjunta de Unicef al hilo de la celebración hoy, 11 de octubre, del Día Internacional de la Niña. Los datos del organismo sostienen esta afirmación: "En todo el mundo, cerca de la mitad de las niñas cree que está justificado que un hombre golpee a su mujer o compañera bajo determinadas circunstancias, como por ejemplo si rechaza tener relaciones sexuales, si abandona la casa sin permiso, si discute, si descuida a los niños o si quema la cena".

La solución principal para evitar que ser niña sea sinónimo de víctima, coinciden las organizaciones especializadas en infancia y mujer, pasapor la educación, tanto en su entorno como, sobre todo, para ellas. La formación les dará el poder para decidir, decir no, conocer sus derechos y hacerlos valer. Aunque, en ocasiones, esto entrañe un importante riesgo. La recién premiada con el Nobel de la Paz, Malala Yousafzai, fue disparada en la cabeza por los talibanes en 2012 por defender la escolarización de las mujeres.

Para Concha López, directora de Plan Internacional en España, el acceso a la educación "no es solo una cuestión de derechos", sino también económica. "Si ellas estudian, estarán más formadas y tendrán herramientas para acceder a un empleo digno; aumentarán el PIB de sus países", aseguró durante la presentación en España del informe.

Pese a los avances en el Objetivo del Milenio de lograr la enseñanza primaria universal, no se logrará en 2015 como se había fijado. En gran parte por la elevada tasa de abandono, sobre todo entre las menores, como advierte el informe de seguimiento de 2014, principalmente porque se casan y son madres, pero también por la falta de recursos familiares. "En África subsahariana, solo el 23% de las pequeñas pobres de zonas rurales finalizaron la educación primaria", destaca el documento.

Ellas son víctimas de una espiral de discriminación tan difícil de romper como lo es intentar cambiar la mentalidad, las tradiciones o las costumbres. Ni siquiera la aprobación de leyes para su protección consiguen, por sí solas, este objetivo. "Sucede con la mutilación genital en muchos países. Hay que trabajar comunidad por comunidad, con los líderes y los ancianos para erradicar esta práctica. Solo con legislación que la prohíba no vale, porque luego se hace a escondidas", explica Marta Arias, responsable de sensibilización de Unicef España. Con todo, el reto, opina, no es imposible. "Son procesos muy lentos. Se trata de crear entornos protectores y para ello hace falta que estén implicados los políticos, los sistemas judiciales, la policía, las comunidades de cada país", detalla.

Ramatou Kane, trabajadora de Plan Internacional en Níger conoce bien el círculo de pobreza, discriminación, violencia y falta de oportunidades. Males que se retroalimentan menoscabando los derechos de las menores, aunque estos estén protegidos por ley. "En el país tenemos el porcentaje más alto de matrimonios infantiles. El 75% de las chicas se casan antes de cumplir los 18. La primera razón es que dejan la escuela. Vuelven a casa de sus padres y como no saben qué hacer con ellas o cómo protegerlas de que se queden embarazas para deshonor de la familia, las casan. El segundo motivo es económico en tanto que enlazarlas con alguien bien posicionado supone una ayuda para la familia", explica la experta nigeriana durante una visita en España.

La realidad que expone Kane no es exclusiva de Níger. En todo el mundo, 700 millones de mujeres se casaron antes de alcanzar la mayoría de edad. De ellas, 250 millones tenían menos de 15 incluso. La mayoría, matrimonios forzados. Según denuncia Plan, 14 millones de menores son obligadas a casarse al año, 39.000 cada día. La tradición explica, en parte, esta práctica. En India, Bangladesh o Nepal, es común que los progenitores elijan un varón para que sus hijas se desposen durante la adolescencia.

Sherin A. nació hace 16 años en Bangladesh. Cuando tenía 12 sus padres acordaron su matrimonio con un primo nueve años mayor que ella. "Mi historia es representativa de la de las demás niñas de mi país", dice. Ella, sin embargo, esquivó la estadística. "Les dije que no me quería casar, que quería estudiar", recuerda. Su madre fue difícil de convencer. De hecho, la pequeña tuvo que acudir a Plan Internacional para que fueran ellos quienes persuadieran a su madre de romper el compromiso. Sherin sigue en la escuela y quiere llegar a la universidad para ser arquitecta como su tío. "Quiero ser como él", dice. Con todo, la joven no tiene inconveniente en casarse en el futuro con quien sus padres elijan. "Yo me podría equivocar. Ellos harán una mejor elección que yo", razona. Pero eso será cuando finalice su formación y tenga un trabajo, zanja.

Una de las consecuencias de los casamientos tempranos son los embarazos adolescentes, que suponen un alto riesgo para la vida de las chicas. Aunque detrás de estos hay múltiples causas como las violaciones, la falta de formación en salud sexual y reproductiva así como la imposibilidad de acceder a métodos anticonceptivos. Unicef estima que 120 millones de jóvenes de menos de 20 años en el mundo han sido víctimas de abusos sexuales. El 50% de las agresiones, añade Plan, las sufren menores de 16.

Jenniffer Rossana C. ha vivido a sus 17 años una historia que engrosa varias de estas estadísticas. Sin titubear relata cómo ha sido víctima de la violencia doméstica de niña, sufrió un intento de violación de su padrastro y se marchó del hogar materno, se casó con 14 años con un chico de 18 que la pegaba hasta que su suegro, voluntario de Plan, medió y amenazó con denunciar a su propio hijo. Con 15 tuvo una hija. Desde entonces, su afán es estudiar. "Hago Derecho porque quiero ser abogada para defender a las mujeres, no a una, a todas", dice. En Ecuador, su país, un 30% de las adolescentes están o han estado embarazadas. "En dos décadas ha aumentado un 80% el porcentaje", denuncia María Antonia López, especialista de la organización en derechos de la mujer.

Entre las amenazas que enfrentan muchas niñas por ciertas tradiciones arraigadas en el lugar donde nacen o la situación de pobreza, la mutilación genital femenina es, sin duda, una de las prácticas considerada más agresiva contra la mujer. Cada año aumenta en dos millones el número de las que se les practica la extirpación del clítoris. La ONU estima que entre 130 y 140 millones en el mundo han pasado por la operación en los 29 países de África y Oriente Medio donde está arraigada. Halaa El Din M., egipcia de 14 años, se libró del bisturí gracias a su determinación para convencer a sus padres de que no le practicaran a ella y sus hermanas la ablación. Por su cuenta, se fue a pedir consejo en su comunidad para que le dieran argumentos que persuadieran a sus progenitores. Lo consiguió.

"Pude decir no a una tradición que menoscababa mis derechos", dice orgullosa Halaa, quien ha estado en Madrid en compañía de otras seis chicas de otros países en el marco de la campaña Por ser Niña, de Plan España, que reclama educación gratuita para todas ellas en todo el mundo, al menos durante nueve años (6 de primaria y 3 de secundaria). Como Halaa, son cada vez más las que rechazan esta práctica para ellas o sus hijas. En 2011, Unicef publicaba que más de 6.000 comunidades en África ya habían abandonado esta práctica. Pero no se puede bajar la guardia, aseguran.

Alejandra Agudo, La condena de nacer niña, El País. Planeta Futuro, 10/10/2014

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