Per què la nit és negra?








Dos efectos se conjugan para explicar por qué la noche es negra. En primer lugar, el tiempo de vida finito de las estrellas y de las galaxias en las que estas se agrupan limita el número de fotones emitidos en el universo. En segundo lugar, la expansión del universo diluye los fotones emitidos, y el desplazamiento hacia el rojo disminuye la energía de cada fotón. Un cálculo detallado demuestra que el primer efecto se impone al segundo, la expansión reduce en el mejor de los casos a una cuarta parte la intensidad del segundo plano del cielo de un universo supuestamente estático. Cabe señalar, no obstante, que, en el marco del modelo cosmológico actual, en el que la expansión se acelera, las galaxias acabarán alejándose más rápido de lo que su luz tarde en llegar a nosotros. Se sumirán en el olvido, saliendo progresivamente de nuestro universo observable.

El problema de la noche negra nos lleva a preguntarnos sobre el concepto de horizonte cosmológico. Si el cielo nocturno no es tan brillante como la superficie del Sol, se debe fundamentalmente a que el tiempo de vida finito de los objetos que pueblan el universo solo nos permite ver una ínfima parte. Como la velocidad de la luz también es finita, existe un horizonte del pasado, distancia desde más allá de la cual ninguna luz nos ha llegado. Se estima que la luz de la galaxia más antigua jamás observada fue emitida mucho antes de la formación del Sol y de la Tierra (que data de hace 4.560 millones de años); la medición del desplazamiento de su luz hacia el rojo indica que fue emitida hace 13.200 millones de años.

Vincent Bontemps/Roland Lehouq, ¿Cuándo fue emitida la luz más antigua?, El País 03/11/2019

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