La societat en l'era de les dades.







En este apartado se consideran algunos cambios sociales producidos por la extensión de internet que generan problemas de orden ético y político muy característicos de nuestra época. Tienen que ver con la dirección que ha tomado el desarrollo de la red en las tres últimas décadas, una trayectoria que se puede resumir en un creciente dominio de los intereses económicos de empresas y de los intereses estratégicos de los estados. En sus comienzos, internet fue saludado por numerosos usuarios y estudiosos (por ejemplo, el sociólogo Manuel Castell) como una oportunidad para una sociedad más abierta, participativa y democrática, gracias a la neutralidad de la red respecto a los contenidos y la creciente densidad de las conexiones entre personas y grupos. 

La aparición de la red semántica y el desarrollo de nuevas tecnologías de clasificación de datos digitalizados ha creado un nuevo espacio de posibilidades de aprovechamiento de información. En el siglo XX aparecieron o se expandieron varias plataformas especializadas en la búsqueda de información, el comercio online, las redes sociales, las fotografías, vídeos o música, que generaron una enorme cantidad de datos de los usuarios dando paso a una nueva forma de la red dirigida por la explotación de los datos, lo que antes se llamaba “minería de datos” y ahora conocemos como “big data”. 

La explotación de los datos ha producido cambios sustanciales en la economía, por cuanto numerosas empresas han comenzado a depender de las grandes plataformas para la difusión y comercialización de sus productos y para la obtención de datos de potenciales clientes. Una de las aplicaciones más importante del uso de las grandes bases de datos es la creación de perfiles selectivos de usuarios, denominado en inglés “microtargeting”, que hace que al usuario le lleguen mensajes personalizados de orden comercial y, crecientemente también de orden político e ideológico. 

Hay numerosos problemas éticos y políticos que nacen de este nuevo estadio de la sociedad de la información, pero el más importante de todos es que estas enormes plataformas han adquirido un poder que sobrepasa al de los estados y sus prácticas y actividades parecen situarse cada vez más en un territorio donde no alcanzan las normas éticas ni legales que imperan en las sociedades democráticas. 

Un segundo problema relacionado con el anterior, y también facilitado por la red semántica, es que las redes sociales están teniendo efectos muy importantes sociológicos en la convivencia ideológica y política de las sociedades. Debido a las técnicas de atracción de la atención que son variadas, como la restricción de la longitud de los mensajes, o los algoritmos que dan prelación a los mensajes de gente afín al usuario, se están produciendo fenómenos de polarización en las poblaciones donde había anteriormente conflictos de baja intensidad.

Las redes sociales explotan a través de esas técnicas las emociones y reacciones más inmediatas de los usuarios, de forma que contribuyen a que la esfera pública ampliada que había sido la red en los primeros años se esté convirtiendo ahora en un escenario de exaltación y baja capacidad de razonamiento y deliberación. Se han dado diversos nombres a estos efectos de las redes como las cámaras eco, llamadas así porque generan efectos de réplica de un mensaje corto y poco razonado entre grandes masas de usuarios, o las burbujas de filtro, que hacen que la información que reciben los usuarios de las redes sea muy selectiva, homogénea y poco atenta a la diversidad de opiniones. Estas consecuencias están produciendo una rápida degradación de las democracias, que tienden a respaldar políticas autoritarias e idearios simplificados. 

Otro fenómeno, de nuevo subproducto de la tecnología de selección por algoritmos semánticos, es el aumento inusitado de técnicas de desinformación empleadas tácticamente con intenciones ideológicas. Se conoce como el fenómeno de la posverdad y ha generado la difusión epidémica de noticias falsas o “fake news” y otras modalidades de producción de adhesión ideológica. El problema de estas técnicas es que va acompañado de una degradación en la transparencia de las noticias, de forma que cada vez es más difícil trazar las fuentes su fiabilidad y los datos reales que respaldan o falsan las noticias.

Las posibilidades que crean las técnicas de microtargeting o perfiles selectivos están siendo cada vez más oscuras, como han demostrado varios procesos políticos recientes a lo largo y ancho del globo. Aparecen empresas especializadas en el uso de datos obtenidos gracias a la falta de control legal para influir de forma muchas veces subrepticia sobre los ciudadanos. O las llamadas “granjas de trolls”, que son sistemas de inteligencia artificial que crean usuarios fantasmas en las redes y contribuyen a dispersar la desinformación por amplias capas de la población.

Los estados democráticos, las instituciones supranacionales y las organizaciones no gubernamentales ven con creciente aprensión la presión que están produciendo estas nuevas técnicas sobre las sociedades y la degradación de la vida democrática que están causando. Se imponen medidas que van desde la educación en el uso de las redes desde los niveles más primarios, a la legislación nacional e internacional para contener el uso ilícito de las técnicas de información masiva para propósitos autoritarios. 


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