No "inventem" la realitat quan la percebem.

Las ilusiones ópticas se suelen mostrar como pruebas demostrativas de que nuestros sentidos nos engañan y como base para el constructivismo perceptivo (lo percibido es una construcción del sujeto). Pensar que lo que percibimos está muy influenciado por nuestra educación, sociedad, personalidad, estado emocional, etc. es algo que no tiene discusión, no obstante tiende a malentenderse. Pongamos un ejemplo:

Si estoy en mi casa después de haber visto una película de terror es fácil que interprete el ruido de las viejas cañerías de mi casa como los pasos del terrible asesino de la peli viniendo a por mí. En otro caso, si no he visto ninguna película de terror, interpretaré el ruido de las cañerías como lo que realmente es sin preocuparme. El constructivismo tiende a decir que en ambos casos el sonido escuchado es diferente cuando realmente no es así. Por mucho que pueda estar asustado y confundir el ruido de las cañerías con pisadas, realmente he escuchado el ruido de las cañerías, pues el sonido es algo plenamente objetivo: tiene una longitud de onda determinada que es captada por los receptores del órgano de Corti en nuestra cóclea de modo absolutamente objetivo. Posteriormente, nuestro cerebro (no sabemos casi nada de cómo lo hace) interpreta esa señal y le atribuye una determinada causalidad (aquí es donde cabe el error perceptivo).

La hipótesis de Whorf-Sapir (en su versión más fuerte), propuesta ya por Von Humboldt, que afirma que según el lenguaje que tengas, vivirás en un mundo distinto, es errónea. Es cierto que si no tienes palabras para referirte a determinados conceptos abstractos, esos conceptos no existen para ti, pero el árbol que está delante de tu casa sigue estando allí independientemente de cómo lo llames o si no lo llamas de ninguna manera. Las palabras no pueden crear objetos. Del mismo modo, nuestra percepción no construye subjetivamente todo lo que percibe.

Argumentar, en base a una serie de ilusiones ópticas, que “inventamos” o “construimos” la realidad al percibirla equivale a decir que como podemos cometer errores al realizar un problema matemático, las matemáticas son plenamente subjetivas. No, las ilusiones ópticas son errores, que muestran que nuestros sentidos, al igual que cualquiera de nuestras facultades, están sujetas a equivocarse. Y es que realmente ilusiones ópticas hay muy pocas. Cuando tengo que explicar a mis alumnos esa extraña manía de los filósofos de negar la realidad del mundo de los sentidos no tengo muchos ejemplos (siempre utilizo, y es cutre, el de la pajita en un vaso de agua que parece quebrada). Con algo más de imaginación y, con una conexión a Internet, uno encuentra muchas más ilusiones ópticas popularizadas a partir de las teorías de la Gestalt. Veamos algunas:


Ésta es la famosa espiral de Frazer. Por definición, una espiral está formada por una sola línea que se va enrollando sobre sí misma hasta acabar en el centro de la imagen. Vale, ponga el dedo en el punto A superior y siga su trayectoria. En teoría debería seguir y seguir hasta llegar al círculo blanco del centro pero… vuelve sobre sí mismo al mismo punto… Realmente aquí no hay una espiral, sino ¡¡¡un montón de círculos!!!.


Esta es de mis favoritas. Viendo la imagen, yo me jugaría todo mi dinero, mi casa y mi coche a que las casillas A y B son de diferente color. La A es de un gris muy oscuro y la B es de gris muy claro… No son del mismo color. Bien, imprima esta imagen y, con unas tijeras, recorte ambas casillas y compárelas… ¡¡¡Son exactamente iguales!!!


Siga las instrucciones y verá como las circunferencias se mueven. Viendo estas tres (si tiene más curiosidad aquí hay muchas más) hay quien argumentaría que nuestros sentidos nos engañan, que construimos la realidad de modo subjetivo. La geometría es una ilusión, viendo la primera… la luz es otra, viendo la segunda… y el movimiento es otra, viendo la tercera. Ya está, los pilares del conocimiento occidental destruidos.

No, en vez de pensar en esta línea es más lógico pensar en otra. La Gestalt propuso una serie de leyes para explicar cómo conseguíamos las gestalten (formas, figuras, composiciones…). Primero criticaron la forma clásica que teníamos de entender lo percibido (el estructuralismo de Titchener, sobre todo) como una suma de propiedades o estímulos sensibles (color, forma, tamaño… los estructuralistas fueron muy minuciosos intentando analizar todos y cada uno de los posibles estímulos sensibles). No, pensó Wertheimer, el resultado de la percepción no es una suma de estímulos, sino algo más. Agrupamos estas percepciones según unas leyes, rellenamos huecos, inventamos cosas que no existen… todo ello para que nuestro cerebro se quede tranquilo pensando en que lo que percibimos tiene significado, sentido. ¿De estos descubrimientos podemos decir que nos inventamos la realidad? No, más bien podemos deducir lo espectacularmente bien diseñado que está nuestro cerebro (¡ojo! los del diseño inteligente que se alejen de este Blog) para percibir la realidad lo mejor posible.

El argumento fundamental es el siguiente: nuestro sistema perceptivo es fruto de la evolución y como tal una herramienta para sobrevivir. Si todo lo que percibiéramos fuese falso o absolutamente subjetivo… ¿habríamos sobrevivido? Percibir un tigre que se avalanza sobre ti es algo que hay que percibir muy bien para seguir vivo. Si según mi personalidad, sociedad, cultura, etc. yo no lo percibo, no hubiera sobrevivido y, por lo tanto, mis descendientes no hubieran llegado muy lejos. Parece lógico pensar que ya que nuestra especie sigue viva, nuestro sistema perceptivo no nos engaña del todo.

Santiago Sánchez-Migallón Jiménez, Ilusiones ópticas, La máquina de von Neumann 20/01/2009

Comentaris

Josep Pradas ha dit…
Ah, però, realment percebem la realitat?

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