Marquetització de la política (Byung-Chul Han).
El botón de me gusta es la cédula
de elección digital. Internet o el smartphone
son el nuevo local electoral. Y el clic del ratón o una breve pulsación
sustituyen el «discurso». (Del ciudadano al consumidor, 43)
Aquellas «decisiones puntuales, atómicas», que «actúan en el instante», se
hunden en el nivel de una decisión de compra, no vinculante, sin consecuencias.
(Del ciudadano al consumidor, 44)
La compra no presupone ningún discurso. El consumidor compra lo que le
gusta. Sigue sus inclinaciones individuales. Su divisa es me gusta. No es ningún ciudadano.
La responsabilidad por la comunidad caracteriza al ciudadano. Pero el consumidor
no tiene esa responsabilidad. En el ágora digital, donde coinciden el local
electoral y el mercado, la polis y la economía, los electores se comportan como
consumidores. Puede preverse que internet pronto sustituirá al local electoral.
Entonces las elecciones y la compra, (…), tendrían lugar en la misma pantalla
gráfica, es decir, en el mismo plano de conciencia. La propaganda electoral se
mezclaría con la propaganda comercial. También el acto de gobernar se acerca al
marketing. Las encuestas políticas equivalen
a una prospección del mercado. Los votos electorales son explorados mediante data mining (exploración de datos). Los
votos negativos son eliminados mediante nuevas ofertas atractivas. Aquí ya no
somos agentes activos, no somos ciudadanos, sino consumidores pasivos. (Del
ciudadano al consumidor, 44)
Byung-Chul Han, En el
enjambre, Herder, Barna 2014
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