La consciència i el joc de les intersubjectivitats.
La filosofía francesa del siglo pasado que abogaba por las estructuras antes que los procesos y por el poder antes que la conciencia, estigmatizó todo lo que fuese "sujeto" o "subjetividad", incluidas las formas de subjetividad que llamamos sujetos colectivos, que nacen en los movimientos sociales. El sujeto, en palabras de Althusser, es una producción del poder a través de dispositivos culturales que operan mediante acciones como la interpelación. En su ejemplo, el policía que grita a nuestra espalda, "¡Eh, tú!" generando ansiedad y autoexamen produce la subjetividad agustiniana que se funda en la confesión y examen de conciencia.
Sin negar cuanta verdad pudiera haber debajo de la épica de la filosofía gala, somos muchos los que aceptamos que la subjetividad humana nace en las mutuas interacciones entre sujetos que se saben dependientes e interdependientes. Como he reiterado aquí, en muchas entradas, el sujeto que nace de las múltiples interpelaciones y resistencias es un sujeto frágil y vulnerable, bajo la persistente condición de opacidad y auto-engaño, que necesita muchos andamios culturales, como los ritos cotidianos, para preservar su condición de ser social. En estos procesos de subjetivación se producen de manera habitual malentendidos que son simétricos con las fallos de autoconocimiento propios. Lo más interesante es cómo se entreveran y refuerzan las opacidades propias con las malinterpretaciones ajenas, y cómo surgimos como sujetos en una niebla persistente donde tropezamos continuamente con otros y con nuestros propios y torpes pasos.
Nina Simone grababa en 1964 Don't let me be misunderstood, luego popularizada por Eric Burdon y The Animals, y malinterpretada más tarde en castellano por Bruno Lomas. En mi mala traducción de urgencia:
Baby, entiéndeme
A veces me vuelvo loco
pero tú sabes que nadie
puede ser siempre un ángel
Cuando las cosas me van mal
parece que soy malo
pero soy un alma de buenas intenciones.
Oh Señor, no dejes que sea malentendido
Baby, a veces me despreocupo
con una alegría difícil de ocultar
y otras veces parece que todo me preocupa
Entonces te obligo a ver mi lado malo
Pero soy un alma con buenas intenciones.
Oh Señor, no dejes que sea malentendido
Si parezco inquieto quiero que sepas
que no quiero pagarla contigo
La vida tiene problemas y yo tengo mi cacho
y eso es lo que no quiero hacer
porque te quiero
Oh baby, ¿no sabes que soy humano
y tengo pensamientos como cualquiera?
a veces me encuentro lamentando
cosas tontas y locas que he hice
Oh Señor, no dejes que sea malentendido"
(Baby, do you understand me now/Sometimes I fe el a little mad /But don't you know that no one alive / Can always be an angel / When things go wrong I seem to be bad / But I'm just a soul whose intentions are good / Oh Lord, please don't let me be misunderstood/ Baby, sometimes I'm so carefree/ With a joy that's hard to hide/ And sometimes it seems that all I have do is worry/ Then you're bound to see my other side/ But I'm just a soul whose intentions are good/ Oh Lord, please don't let me be misunderstood/ If I seem edgy I want you to know/ That I never mean to take it out on you/ Life has it's problems and I get my share/ And that's one thing I never meant to do/ Because I love you/ Oh, Oh baby don't you know I'm human/ Have thoughts like any other one/ Sometimes I find myself long regretting/ Some foolish thing some little simple thing I've done/ Oh Lord, please don't let me be misunderstood.”)
La historia puede escucharse de muchas maneras. En mi juventud me dejaba llevar de la petición del narrador y la hacía mía como si yo también pidiese comprensión. Una segunda lectura más sabia me hace ver que probablemente esté contando una historia de maltratos y violencia pidiendo más tarde disculpas que seguramente no merece. Pero lo sustancioso de la canción es que el protagonista pide comprensión cuando es muy claro que él mismo se está malinterpretando y engañando, que se toma a sí mismo por una buena persona cuando es incapaz de entender al otro. La canción es una versión reducida de Las confesiones de Rousseau, quien, como sabemos, escribió esta autobiografía para mostrar que en el fondo era una buena persona a pesar de sus mentiras y abandono de sus hijos y amantes. Que la gran figura de la subjetividad moderna, el modelo sobre el que Kant construyó su filosofía fuese un sujeto bajo la condición de autoengaño es algo que debería hacernos pensar.
No es inhabitual en las discusiones cotidianas pedir comprensión al tiempo que se le dice al otro "es que no te entiendo, la verdad". Esta es una de las frases más violentas que conozco. Implica una forma de silenciamiento y ruptura de la conversación bajo una retórica de petición de aclaraciones. Es una de las formas habituales en que chocamos unos con otros y a base de tropezones bajos desarrollando nuestra vulnerable subjetividad.
En Betsabé en el baño, Rembrandt retrata el ensimismamiento de Betsabé quien acaba de recibir una carta del Rey David proponiéndole relaciones adúlteras. En la historia de El libro de Samuel, David la dejará embarazada y más tarde intentará engañar a su esposo Urías para disimular el embarazo. Cuando Urías, su valiente soldado se niegue a acostarse con su esposa antes de la batalla que se avecina, el rey ordenará a su general que le mande a primera línea para que no sobreviva al combate. Hay pocas historias en La Biblia tan salvajes y llenas de mentira como esta. Pero es también un persistente ejemplo de juego de intersubjetividades, cegueras y estrategias de construcción de los sujetos en lucha permanente contra los otros más que en colaboración.
No es inusual que la construcción de los sujetos colectivos esté sembrada de los mismos torcidos pasos de silenciamientos, malinterpretaciones interesadas y autoengaños manifiestos. Emergen los movimientos sociales en un comienzo bajo el signo de una solidaridad primigenia que nace del malestar común y poco más tarde comienza a desarrollarse la conciencia en un tortuoso sendero de tensiones, violencias e interpelaciones donde lo que era primitivamente común va descubriéndose en complejidades más escabrosas, pero al mismo tiempo más maduras. Es la venganza de Hegel y Lukàcs contra Althusser y Foucault. Se van tejiendo simétricas redes de autoengaños y malentendidos sobre las que se sostiene la historia humana de la emancipación. Nuestra mejor, de hecho la única, defensa es saber y saber hacer explícito que malentendemos tanto como nos malentendemos, que avanzamos dando un paso adelante y dos atrás.
Solo los sujetos neoliberales son transparentes: a veces hacen las cosas bien, a veces, muy a menudo, hacen las cosas mal, pero no hay duda, siempre tienen malas intenciones.
Fernando Broncano, Malentendido y subjetividad, El laberinto de la identidad 12/06/2016
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