La teva cara em sona.










Cuando una persona camina por la calle, los demás peatones no conocen su nombre, su profesión, su lugar de residencia, si tiene hijos o lo que acaba de publicar en línea. Sin embargo, si una cámara ubicada en una esquina captura su rostro, la entidad responsable de dicha cámara podría llegar a saber todo eso, aunque de manera ilegal, siempre que esté equipada con una herramienta avanzada de biometría facial y que tenga acceso a una vasta base de datos en Internet.

Este es precisamente el tipo de operación que lleva a cabo una de las compañías más enigmáticas que existen, la estadounidense Clearview AI. Con una base de imágenes que actualmente excede los 40.000 millones (lo que equivale a una media de cinco fotografías por cada humano del planeta) ha transformado el vasto océano de fotos en Internet en una mina de oro de reconocimiento facial, construyendo lo que se convertiría en un atlas de rostros humanos más extenso del mundo. El mapa reúne, además, un perfil digital individuo; dónde han sido publicadas las fotos y el contenido relacionado con ella.

A través de un sofisticado algoritmo de reconocimiento facial, la empresa afirma que puede identificar a esas personas con una precisión del 99,85%. Pero su programa ha tenido fallos, entre ellos destacan los sesgos raciales y la identificación equivocada de personas. Pese a ello, la empresa ha vendido su tecnología a gobiernos, fuerzas de seguridad y grupos de poder económicos y políticos hasta que ha caído en batallas legales y judiciales. En la Unión Europea está prohibida, pero en Estados Unidos sigue operando en gran parte de los estados.

El director adjunto la organización no partidista y sin fines de lucro que busca promover los derechos y libertades civiles en la era digital Centro de Democracia para la Tecnología (CDT), Jake Laperruque, explica que el mayor problema de ClearviewAI radica en la forma con que ha tenido acceso a tantos rostros. Sin consentimiento explícito de los usuarios ni de las plataformas, la empresa ha hecho una recopilación masiva de imágenes faciales en Internet, que incluye portales de noticias, blogs, páginas webs y redes sociales como Facebook, Instagram e Twitter. Eso viola los derechos de privacidad según las normas de la Unión Europea, pero no hay una normativa a nivel federal que la prohíba en Estados Unidos. Su gigantesca base de datos es lo que la hace tan atractiva para los agentes de seguridad, especialmente aquellos de niveles más bajos, como sería la policía local. Ninguna fuerza del país norteamericano, ni siquiera el FBI, tiene tantas caras en un sistema.

Desde ClearviewAI defienden que el objetivo de su tecnología es ayudar a identificar criminales, agresores y fugitivos. Pero, en la práctica, ha sido empleada para muchas otras cosas, desde hurtos menores en comercios hasta en la identificación de participantes de manifestaciones.

Y para aquellos que defienden que no hay que preocuparse por la vigilancia cuando no se tiene nada a ocultar, Paloma Llaneza, abogada y experta en ciberseguridad, recuerda que los datos no son un bien individual, sino un bien colectivo y social, especialmente porque las máquinas requieren de grandes cantidades de datos y de muchas personas para ser entrenadas. Además, esa visión de ‘si no tienes nada que ocultar, no tienes nada que temer’ es típica de los gobiernos totalitarios, los cuales minimizan el derecho a la libertad individual.

Emanoelle Santos, La empresas que tienen tu cara ..., Retina 









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