Guerra en OpenAI.



OpenAI se originó en 2015 después de que en una cena benéfica Elon Musk, Sam Altman y otras personas decidieran crear una sociedad sin ánimo de lucro que desarrollara la inteligencia artificial y la pusiera a disposición de la sociedad. Eso sí, vigilando que los posibles efectos que tuviera no fueran negativos para la humanidad.

En 2017, Microsoft decide invertir en esa sociedad con 5.000 millones de dólares. Para que esa inversión fuera posible, tuvieron que crear una empresa y la asociación se quedó como garante de cómo iba avanzando la empresa. En ese momento, Musk se desvincula de OpenAI.

La junta directiva estaba compuesta desde entonces por académicos y científicos sin grandes vinculaciones con el mundo empresarial y que se mostraban preocupados por ir avanzando con cautelas hacia la inteligencia artificial. Y ahí, radica el origen del conflicto.

La junta directiva, explica Peña, estaba compuesta desde entonces por académicos y científicos sin grandes vinculaciones con el mundo empresarial y que se mostraban preocupados por ir avanzando con cautelas hacia la inteligencia artificial. Y ahí, radica el origen del conflicto.

La guerra abierta en OpenAI ya sabemos quién la ha terminado ganando. La vuelta de Altman como consejero delegado ha supuesto la salida de toda la anterior junta directiva y el nombramiento de una nueva que estará presidida por Bret Taylor, junto a Larry Summers y Adam D'Angelo.

Taylor es un conocido empresario tecnológico que hasta hace poco codirigía el gigante Salesforce y que fue uno de los creadores de Google Maps; Summers es exsecretario del Tesoro estadounidense; y D'Angelo es el consejero delegado de la compañía Quora.

"Parece que la batalla por decidir cómo se va a desarrollar la inteligencia artificial la han ganado los que quieren pisar el acelerador" ...


La jungla financiera de OpenAI se entiende mejor mirándola desde un piso más arriba, porque no es más que un signo de la verdadera guerra que enfrenta a las dos grandes tendencias actuales del sector: los catastrofistas y los pragmáticos. Los primeros parecen convencidos de que las máquinas van a adquirir una forma de consciencia y van a acabar tomando el mando. Y los segundos ponen el foco en las grandes oportunidades que la IA abre para la ciencia, la educación y la economía. Altman es más bien de estos últimos, y el Consejo de Administración que lo despidió nombró a un nuevo director ejecutivo, Emmett Shear, que es más bien de los primeros. La restitución de Altman revela que los pragmáticos están en alza.

Javier Sampedro, Movimientos caóticos en la inteligencia artificial, El País 23/11/2023

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