Astèrix i l'autoajuda.
“¿Demasiado calórica mi codorniz confitada con grasa de avestruz?”, se sorprende el prefecto romano Alcalinus ante la visita al campamento de Babaorum (Armórica), de Viciovirtus, médico en jefe de los ejércitos de Julio César que le advierte de que él y sus hombres deben cambiar de hábitos, ser más saludables y pensar en positivo. Viciovirtus trae consigo un plan para devolver la moral a las legiones y conseguir el sometimiento de cierta irreductible aldea gala: no caerán los rebeldes por la fuerza bruta sino por el buen rollo. Infiltrado en la comunidad de los galos, Viciovirtus tratará de disolver su espíritu de lucha y su personalidad caótica y revoltosa inculcándoles, igual que a los legionarios, ideas de autoayuda y pensamiento positivo. Este es el divertido argumento de la nueva aventura de Ásterix, El lirio blanco (Salvat, ediciones en castellano, catalán, gallego, euskera y asturiano), que dibuja de nuevo Didier Conrad y en el que el guionista Fabcaro (Fabrice Caro) ha tomado, provisionalmente, el relevo de Jean-Yves Ferri.
El nuevo álbum, el 40, transcurre en la aldea, siguiendo la alternancia entre historias locales y viajes de los protagonistas (el último, el extraordinario Astérix tras las huellas del grifo, a Sarmacia, en 2021), pero incluye una visita a Lutecia (París), ciudad a la que se marcha en busca de realización personal Karabella, la esposa de Abraracúrcix, y adonde van a buscarla, aumentando el radio de acción, el jefe, añorado y deprimido, Astérix y Obélix.
El trastrocamiento de la vida de la aldea y del equilibrio de sus habitantes llega de la mano del buenismo y las “frases de sabiduría” del intrigante médico y gurú de la autoayuda, creador de un método psicológico “inspirado en el del filósofo griego Quebuenrollo” y que ha bautizado como El lirio blanco “porque todos llevamos en nuestro interior una flor que solo se abre con buena voluntad”. En principio el método, aplicado en campo propio, sube la moral de los legionarios romanos, aunque no les impide seguir recibiendo bofetadas (“sabed que nuestro peor enemigo no sois vosotros, sino nosotros mismos”, espeta una patrulla a Astérix y Obélix, aunque tras el agitado encuentro reconocen desbaratados, “bueno de acuerdo, vosotros también lo sois un poquito”). Y altera la vida de la aldea y su unidad, eliminando el espíritu crítico, combativo, juerguista y desaforado de los galos, lo que, observa Astérix (inmune al fenómeno), los hace más vulnerables. “La felicidad y la supervivencia de la aldea se basa en el hedonismo y el epicureísmo de sus habitantes”, apunta Fabcaro.
Los aforismos de Viciovirtus se los ha inventado en parte Fabcaro pero otros los ha reciclado del imaginario popular (“busca la gaviota que todos llevamos dentro”, dice en plan Richard Bach uno de los piratas hasta cuyo barco ha llegado también el buenrollismo), y el lector encontrará ecos de La Guerra de las Galaxias o Rocky (“no importa lo fuerte que puedas golpear sino los golpes que puedas encajar para seguir avanzando”, suena tan pertinente en un legionario masacrado como en los labios rotos del parco Balboa).
En cuanto a la creación del villano de este álbum, Viciovirtus, el elemento nuevo que da sentido a toda la historia, han explicado que está inspirado en dos personajes muy conocidos en Francia, el filósofo Bernard-Henri Lévy y el político y escritor Dominique de Villepin. Tardaron un mes en perfilar el personaje.
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